Albricias, vecinos!, otra vez nos estamos poniendo goyescos. Aquí estamos, coincidiendo todos (o casi, casi todos) en que hay que hacer algo (un museo, un centro, un espacio, una cosa que se vea) con la figura y la obra de Goya, y todos también lamentamos en tremendo coro socio-cultural que nada se haya hecho hasta ahora. Lo cual no deja de tener su miga y su moraleja, porque, existiendo tan general y decidido consenso en la idea, ¿cómo se explica la inacción que lloramos?

Pero en tan gozoso encuentro con Goya permítanme coincidir (por una vez y sin que sirva de precedente) con mi querido colega Rafael Fernández Ordóñez en su advertencia (EL PERIODICO, edición del sábado 8) de que cualquier proyecto para poner al genial pintor en su sitio requiere unos serenos estudios previos que hoy por hoy no existen, y de que, puestos a meternos en harina por aquello del 2008 y tal, sería estupendo hacerlo sin improvisaciones. No seamos tan gilis de tirarnos corriendo al río tras un siglo sin bañarnos.

La última vez que tomó algún cuerpo la propuesta de hacer un Espacio Goya , se habló de situarlo en un edificio de Ibercaja en la Plaza de los Sitios, medianil con una casa de vecinos, lo cual siempre me pareció una estupendísima barbaridad. Para empezar porque una instalación que se precie necesitaría espacio más seguro y de mucho más porte; y además porque el edificio en que se ubique el hipotético museo y su centro de interpretación debería ser público (aunque albergase obras cedidas por entidades financieras, eclesiásticas o particulares). Ahora oigo hablar de ocupar los edificios construidos en la misma plaza de Los Sitios con motivo de la Exposición de 1908 (realojando a ocupantes actuales, claro) o construir un complejo ad-hoc en los suelos de la antigua estación de El Portillo, al final justamente de la Avenida de Goya. Las dos cosas valdrían.

Piénsenlo los listos, saquen conclusiones... y ya nos dirán.