Recién llegado de Madrid de proclamar el fin a la "oposición útil" y el inicio del "cambio responsable", Zapatero compartió la noche del miércoles mesa y mantel con una nutrida representación de la sociedad oscense. Fue una cena tranquila, relajada, fiel al estilo pausado de Zapatero y de su anfitrión, el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias. El acto supuso el arranque de la larga contrarreloj que llevará al líder del PSOE por toda la geografía nacional hasta las generales de marzo. "He iniciado la ruta en Huesca por agradecimiento al enorme apoyo electoral que recibimos", apuntó. Ahí estaba Zapatero, en carne mortal, en la única provincia que le faltaba por visitar. Hace unos meses, en campaña, la muerte del padre de Iglesias frenó su primer viaje a tierras oscenses.

Hubo sorprendentes confesiones en voz alta. "Tuve la suerte de presidir el congreso en el que fue elegido Zapatero. En aquel momento, no lo apoyaba porque no lo conocía", reconoció Iglesias entre risas. Zapatero cogió el guante: "Te agradezco, Marcelino, la sinceridad".

Los consejeros socialistas del Gobierno fueron situados estratégicamente. Alberto Larraz, de Sanidad, junto a representantes de Atades, Cruz Roja, Unicef y Aspace. Maite Verde, de Universidad, compartió pulpo, dorada al horno y ternera asada, con la vicerrectora del campus oscense, Ana Castelló. Y Eva Almunia, de Educación, pasó la velada con deportistas y representantes de la cultura y la enseñanza. Mientras, Eduardo Bandrés hizo lo propio con sus interlocutores habituales en Economía: empresarios y sindicatos CCOO y UGT. Acompañaron a Iglesias y Zapatero en la mesa los presidentes de las diputaciones de Huesca y Zaragoza, Antonio Cosculluela, y Javier Lambán, el secretario de organización, Víctor Morlán, y el líder de los socialistas oscenses, José María Becana. Y también las mujeres de Iglesias y Zapatero, María y Sonsoles, respectivamente.

La esposa de Zapatero tiene nervio, suele acompañar sus palabras con gestos y escucha casi sin pestañear. Cosculluela fue su compañero de mantel y también el senador Juan José Rodríguez, que anoche estaba pletórico por haberse colado en la mesa del jefe , y porque triunfó en su lucha para que su hija pequeña tuviera un hueco en la foto que inmortalizó la visita.