Cuando en el siglo XVIII los fósiles de Teruel eran objeto de debate entre eruditos (que si eran restos de sangrientas batallas, que si demostraban o no la existencia de gigantes en el pasado-), la sociedad local no percibía ninguna repercusión en su calidad de vida. Tampoco debió de variar demasiado cuando sabios franceses -incluido el fundador de la Paleontología moderna- se referían a los fósiles turolenses en las publicaciones enciclopédicas del siglo XIX.

La llegada de la técnica fotográfica nos permite comprobar que algunos lugareños pudieron beneficiarse de las campañas que se realizaron a comienzos del siglo XX (ilustres paleontólogos británicos o alemanes, además de españoles) o hacia mediados del mismo (equipos de Sabadell y Utrecht, principalmente).

Un indicador del progreso socioeconómico de la población consiste en su interés por el desarrollo del conocimiento cultural. Unicamente cuando han sido satisfechas las necesidades básicas de un individuo puede comenzar a pensar en el aprovechamiento de sus momentos de ocio -en caso de disponerlos- para plantearse aspectos no vitales. En la última parte del siglo XX se materializaron en Teruel algunas iniciativas que permitían poner elementos paleontológicos a disposición del viajero curioso: el Parque Paleontológico de Galve, la adecuación para visitas de algunos yacimientos -como el de Bueña- o el Parque Geológico de Aliaga, entre otras. El objetivo subyacente en todas ellas consistía en el intento de convertir un recurso científico en detonante de una revitalización económica local, tan necesitada por estas tierras.

Los antecedentes históricos y científicos de la Paleontología turolense, en conjunción con la explosión del interés popular que el mundo de los dinosaurios ha experimentado en las últimas décadas, confluyeron para que el Gobierno de Aragón considerase a la Paleontología en general -y a la Dinomanía en particular- como un elemento de desarrollo de Teruel. Dinópolis ha generado una afluencia de visitantes a Teruel que asombra cuando se pone en relación con su número de habitantes, el refuerzo de la vertebración territorial a través de proyectos paleontológicos en diversas comarcas y la realización de hallazgos paleontológicos de repercusión internacional. La organización de encuentros de paleontólogos o la puesta en marcha de publicaciones divulgativas y científicas están consiguiendo afianzar el efecto perseguido: en Teruel la Paleontología toma cuerpo (en las instalaciones de Dinópolis) y alma (el conocimiento científico que se promueve desde su Fundación) para acercar la historia de la vida al niño que se divierte en la Troncopista, al investigador que se interesa por unos fósiles únicos en el mundo o a quien está empleando su tiempo ahora mismo en leer entre estas líneas.

Como en años anteriores, y como está previsto para los próximos, la presentación de nuevas propuestas para el progreso científico y para el disfrute lúdico de los avatares de la vida remota refuerzan el objetivo de que en Teruel se encuentren tanto oportunidades de futuro para una parte de su población como Paleontología para todos.