"Ningún niño empezó jamás una guerra. Y sin embargo, cada vez que estalla un conflicto bélico es la infancia la que más lo sufre, atrapada sin remedio en un mundo de adultos". Con este mensaje y una fotografía en la que Robert Cappa retrata el rostro de una pequeña poco antes de abandonar España comienza el recorrido por la exposición El exilio de los niños . Una muestra que recupera la memoria de los 33.000 menores que se vieron abocados a dejar el país en soledad durante la Guerra Civil, además de otros 70.000 que lo hicieron con sus familias.

Hasta el próximo 15 de mayo podrá contemplarse en el edificio del Paraninfo, tras haber pasado por Bilbao, Barcelona, Salamanca, Sevilla, Badajoz, Valencia y A Coruña antes de su cierre, que se celebrará en Madrid. Durante un año y medio, las fundaciones Francisco Largo Caballero y Pablo Iglesias siguieron la pista de algunos de estos afectados en los principales destinos de sus viajes: Francia --20.000 niños--, Bélgica --5.000--, Gran Bretaña --4.000--, la antigua Unión Soviética --2.900--, México --455--, o Suiza --450--, entre otros.

El resultado es un conjunto de 300 piezas, en su mayoría inéditas, entre las que destacan instantáneas tomadas por celebridades de la talla de Cartier Breson, además del propio Cappa, y una larga lista de entrañables objetos de algunos de los niños. "Muchos de ellos, al ver la exposición, contactan con nosotros y agradecen que se dé a conocer su historia. Además, trabajan en colectivos para ayudar a los menores que hoy son víctimas de las guerras", apunta la comisaria de la muestra, María José Millán.

A lo largo de doce espacios se pueden contemplar escenas captadas en España y en los distintos países de acogida, así como un vídeo con imágenes de la Filmoteca Española. Hasta una treintena de instituciones y numerosos particulares han cedido sus materiales para crear una muestra que pretende "recuperar el pasado y ofrecer conclusiones para el presente", subraya el presidente de la Fundación Francisco Largo Caballero, Antón Saracíbar.

Un pequeño traje de miliciano con una pistola de madera, un muñeco de Popeye disfrazado de falangista, el vestido de una niña que murió entre las bombas, cuadernos de colegio escritos en Francia, fragmentos de explosivos que cayeron sobre Guernica, dibujos realizados por varios niños al patrón del buque Winnipeg , fletado por Pablo Neruda para el traslado de 2.000 pequeños a Chile... Esos son algunos de los efectos que acompañan a las instantáneas, aunque los diminutos zapatos de Ramiro Cañizo, un español afincado en México, cobran un protagonismo especial. "Con ellos cruzó la frontera francesa. Siempre pregunta a ver si han gustado a la gente" , señala Millán.

Y entre los documentos más estremecedores, la carta de despedida de José Gómez De Miguel a su esposa y su hija Victoria, escrita con admirable entereza en la prisión provincial de Santander en 1938 poco antes de morir a manos de las tropas franquistas. "(...) No tengo nada de qué arrepentirme si no es el no haber huido y confiar en que que quien como yo tenía una vida honrada le respetaran (...) Sólo os repito que no tenéis motivos para avergonzaros delante de nadie. ¡Que rehagáis la vida! ¡No os amilanéis! Os abraza con todo el cariño de que es capaz vuestro esposo y padre, que seguirá pensando en vosotras". Casi nada.