UNA MINIMA CONCIENCIA SOCIAL. Sé que la vida diaria muchas veces nos hace funcionar demasiado deprisa. Y sé también que el diseño urbanístico de Zaragoza está muchas veces reñido con las necesidades del ciudadano, especialmente, las del conductor. Y más si se trata de profesionales del volante. Pero, pese a todo, creo que deberíamos ser más solidarios y tener una mínima conciencia social. Todo esto viene a cuento de una escena que vi el otro día en la calle Pérez Galdós, esquina con el paseo de Teruel, en Zaragoza. Un camión de reparto había aparcado sobre el paso de peatones. No lo tapaba completamente, pero sí en gran medida. Un ciego fue a cruzar la calle, bastón en mano, con la tranquilidad de recorrer un camino mil veces repetido. Esperaba el bordillo, esperaba la presencia de tráfico... pero no esperaba que un camión estuviera allí aparcado. Y su bastón no pudo avisarlo, porque el vehículo le quedaba a un lado. Así que el invidente se golpeó en un brazo contra el camión y se desequilibró. Hubiera caído al suelo de no ser porque otra persona lo ayudó. En ese momento, el camionero me pareció no sólo insolidario, sino desconsiderado. ALEJANDRO L. SANCHEZ. ZARAGOZA

FAROLAS ENCENDIDAS. Pasé una mañana andando por la Gran Vía, a la altura del cruce con la calle Bretón y me quedé de piedra al ver que las farolas del paseo central estaban encendidas. Eran las once de la mañana, por lo que no tenía ningún sentido ese derroche de energía. No me explico las razones. Además, no era una única farola, sino bastantes. Ya que tanto se le pide al ciudadano que sea responsable en el consumo energético, que cierre grifos, etcétera, al menos el Ayuntamiento de Zaragoza debería predicar con el ejemplo y hacer uso de la iluminación de la calles solamente cuando hace falta. Desde luego la imagen era totalmente penosa: a plena luz del día, en una jornada más bien soleada y encima con luz artificial en las calles. Espero que no vuelvan a caer en ese despiste tan injustificable, porque sería de risa que se repitiera esa situación. JOSE ANTONIO MARTINEZ. ZARAGOZA