La amenaza de un ataque terrorista con gas sarín se apoderó ayer de Casetas. 21 guardias civiles especializados contra las amenazas NRBQ (Nuclear, Radiológica, Biológica y Química) realizaron un simulacro tras la instrucción que han recibido para formar una de las tres unidades centrales que actuará ante esta clase de peligros. Los efectivos de la unidad pertenecen al Grupo Rural de Seguridad número 5, con sede en el barrio rural, y contarán con un avión y un helicóptero militares para desplazarse a otras regiones. El ejercicio, llevado a cabo con sustancias falsas en el campo de fútbol, fue dirigido por el teniente coronel Luis Escalada.

El terrorista actúa

Máxima tensión. Un terrorista se baja de un coche para manipular un artefacto compuesto por explosivos y gas sarín. De repente y de forma accidental, el gas comienza a extenderse. Una nube de humo rodea al vehículo y el terrorista cae conmocionado. La alarma se dispara y un tedax de la Guardia Civil se desplaza a la zona de riesgo con un traje especial para evitar que estalle la bomba. Y tras separar el artefacto de la sustancia nociva, se lleva los explosivos para desactivarlos.

Intervención de la UPI

En ese instante, una UPI o Unidad de Primera Intervención NRBQ, compuesta por 21 agentes, se pone manos la obra. La rapidez es clave en una situación de esta naturaleza, así que el jefe de la unidad, que dirige la actuación desde un puesto de mando avanzado, envía a un médico, al subjefe de la UPI y a dos efectivos de detección de sustancias agresivas hasta el coche. Visten trajes de máxima protección radiológica, química y biológica con bombonas de oxígeno individuales para respirar de manera autónoma. No hay tiempo que perder y mientras el sanitario atiende al activista, los otros agentes acordonan la zona contaminada y toman muestras para su análisis. Ha llegado el momento de que tres enfermeros saquen al terrorista de esa área y lo trasladen a la zona de descontaminación, diseñada por otros doce guardias civiles con equipos de menor seguridad.

Descontaminación

Entonces, tanto el terrorista como los agentes que han actuado en la operación van pasando uno por uno a través de un sistema de desinfección en el que se emplea hipoclorito sódico. En una primera ducha se cepilla el cuerpo del herido y los trajes de forma superficial. Después se les aplica la sustancia que pretende neutralizar el gas y, tras unos minutos de espera, se someten a un proceso de aclarado. Finalmente y antes de que se les tome nota de sus identidades, cada uno de los agentes es objeto de un test con un aparato que controla los niveles de toxicidad. Si el terrorista o los efectivos siguen arrojando resultados positivos, repiten el proceso. Los equipos y los efectos del activista se arrojan a unos contenedores como medida de prevención.

Evacuación

Llega el momento de trasladar al herido a un centro sanitario con celeridad, pero su coche debe seguir el mismo procedimiento de descontaminación que los agentes antes de que sea depositado en una zona de seguridad. Justo al lado del lugar donde permanece apostada una furgoneta de la Benemérita que cuenta con una estación meteorológica para comprobar la dirección del viento. Así se puede analizar si la nube tóxica se dirige hacia una zona poblada.

Finalizado el ejercicio, los agentes recogen el material. Esta vez todo ha sido una falsa alarma, pero más vale estar bien preparados.