Vamos del crudo invierno al tórrido verano a una velocidad de vértigo. Hace pocos días tenía uno que salir de casa disfrazado (casi, casi) de esquimal, y ayer sobraban las gabardinas e incluso las chaquetas de lana. Díganme ustedes cómo es posible conservar la ecuanimidad e incluso la compostura con estos vaivenes. Y encima no llueve.

Aquí, en Aragón, no cae una gota. Allá, en el Levante, siguen sin embargo reclamando el agua del Ebro. Si el verano es lo que promete (un viaje del péndulo climático al otro extremo), vamos a meternos en una sequía homérica, sahariana, destructora. Sin embargo, el presidente murciano, Ramón Valcárcel, aunque ha logrado un acuerdo sobre el trasvase Tajo-Segura con su homólogo castellano-manchego, sigue insistiendo en que a su región lo que le iría de perlas sería echarle mano al Ebro. ¡Pero si nuestro río se enfrenta a un estiaje horroroso!, podríamos advertirle desde aquí. Que si quieres arroz, Catalina. Si todos los partidos políticos son proclives a la contumacia, lo del PP es ya de nota. Se han pasado el primer aniversario del Zapatero power royendo incansables el triste y desdichado recuerdo del 11-M, pegando gruñidos en el fondo de la caverna y reivindicando el PHN, la guerra de Irak o la mala leche permanente... Justo todo lo que les llevó a perder las elecciones.

Lo más tremendo es que los populares no comprenden que todo esto es malo para ellos y bueno para el PSOE. Yo se lo digo a mis amigos de la derecha: Que no es eso, que vais a acabar con un espacio electoral reducido al treinta por ciento, que a mucha gente le dais miedo, que estáis contribuyendo a mantener movilizada a la izquierda y así no ganaréis nunca... que os lo decimos por vuestro bien. Ni flores. Incluso se me enfadan.

Pues eso, que ya llega la calor. A lo mejor así se animan un poco nuestros jefes, Iglesias y Belloch, que andan últimamente muy bajos de tono, Y, por favor, que alguien les diga a los del PP que se quiten los abrigos.