Por si las desmadradas oscilaciones del clima no fueran suficiente vaivén, el tema político-administrativo se ha puesto como un baño turco. Vamos así del vapor a la ducha fría, y de ahí otra vez al vapor, alternando bruscamente sudadinas y tiritonas, euforías y depresiones, alegrías y acongojamientos. Por eso a veces decimos en el ágora que el 2008 se nos echa encima que su advenimiento es inminente y casi no queda tiempo; pero en otras ocasiones reflexionamos sobre los tres años que nos quedan hasta la fecha mágica, y se nos hace un lapso interminable, una prueba de fuego para nuestros nervios.

Ocurre estos días que por la mañana nos levantamos más contentos que unas Pascuas (floridas y campanilleras) porque el Plan de Riberas ya va tirando con adecuadas y ecológicas correcciones; mas esa misma tarde llega la onda de que la Sociedad Estatal de la Expo no se acaba de constituir (y ya estamos en Semana Santa) porque las instituciones no se ponen de acuerdo en el tema de la pasta. Hoy nos presenta el Ayuntamiento de Zaragoza un nuevo proyecto sensacional a pagar a escote , y mañana sale el presidente de esa nonata Sociedad Estatal a decir muy finamente pero con rotundidad que cuidadín con los compromisos del Gobierno central, que no van a permitir barra libre en las inversiones enfocadas al 2008.

La política zaragozana, sus circunstancias urbanísticas, las recalificaciones, las adjudicaciones, las concesiones, las permutas, las relaciones entre los distintos gobiernos institucionales y las distintas empresas constructoras... todo ese rollete (en el que los medios de comunicación también ponen de su parte) puede acabar convirtiéndose en un maremagnum cuajado de sospechas, insidias y putadas, de tal forma que el ambiente se haga irrespirable y la puesta en marcha de la Expo acabe siendo un calvario.

Ya se sabe: un baño turco puede ser estimulante por un ratito... pero si se abusa terminas KO.