Después de varios decenios advirtiendo sobre lo que se nos venía encima, el futuro urbanístico ya está a aquí. Zaragoza y su invertebrada área metropolitana están fuera de control, y la relación de las instituciones con las grandes empresas que actúan simultáneamente en la urbanización, la construcción y las obras públicas ha adquirido notorios vicios estructurales.

El caso del grupo Bruesa (que además de estar en las esquinas del Psiquiátrico, ha realizado mucha obra para el Gobierno aragonés y participa en diversas operaciones) no parece distinto de otros; del de López Navarro, por poner un caso paradigmático. Las empresas del tradicional Cártel del suelo, las que llegan de fuera, los intermediarios, los conseguidores... todos van y vienen por los despachos pactando la urbanización de Zaragoza por el (lejano) Este, las nuevas áreas comerciales (como Puerto Venecia), la captación de suelo en los barrios rurales. Y luego tenemos las acciones públicas , pilotadas desde el Pignatelli y la Casa Consistorial, pero en las que intervienen necesariamente los intereses privados: las VPO, Pla-Za y otros polígonos, el barrio del AVE y lo que haya de venir de aquí al 2008, que será mucho.

Dado que hablamos de iniciativas multimillonarias que a veces son interesantes para la ciudad (incluso imprescindibles) casi todo esto puede parecernos medio normal... o no. ¿Qué me dicen de los vaivenes que ha venido sufriendo la operación Romareda ?, ¿y de las permutas a que obliga la demencial expropiación del Tercer Cinturón?. ¿y de la curiosa forma en qué se va estirando el volumen edificable del barrio del AVE conforme se asignan a sus futuras plusvalías más y más infraestructuras?, ¿y de la participación de Ibercaja en la compra de los suelos de Ranillas (recinto Expo) a cambio de terrenos para VPO que tenía el Ayuntamiento en Arcosur ?... No se escandalicen, sin embargo, la vida en la capital de Aragón y sus alrededores es así.

(Continuará)