La sentencia de la Audiencia Provincial de Zaragoza obliga a Rafael Agustín a indemnizar con 120.202 euros a cada una de las dos hijas que tuvo en común con la victima y a pagar otros 6.000 al hermano de su esposa por los perjuicios morales que les provocó a todos ellos al cometer el crimen.

El magistrado que presidió el juicio popular en el que Rafael Agustín fue declarado culpable de la muerte de Amelia Pallarés destaca "la gravedad" de la conducta del parricida, que "además de segar una vida ha roto para siempre un grupo familiar en el que prima facie reinaba la paz, el sosiego y la armonía", con lo que causó "graves trastornos emocionales a las hijas", las cuales "a pesar del tiempo transcurrido continúan seriamente impactadas".El juez concluye que pese a ser "evidente el dolor que, sin duda, ha sufrido" Teodoro Pallarés con la muerte de su hermana, le corresponde una indemnización menor que a las hijas de la fallecida por "no formar parte del núcleo familiar directo ni convivir con la víctima".Con todo, anota, que los "casos en los que se trata de poner precio al dolor" son "de los más complejo para los tribunales".