Las aguas del Ebro acogieron ayer una regata entre remeros zaragozanos y rusos que acabó decantándose para los locales en una jornada festiva para el barrio que generó una importante expectación. Con un viento a favor de la corriente de 30 km/h supuso una dificultad añadida que obligó a que las proas de las dos falúas, de doce metros de eslora, fuesen desmontadas para minimizar la guiñadas que este ocasionaba en las embarcaciones.

La jornada festiva, organizada para estrechar lazos con la comunidad eslava, culminó con el intercambio de trofeos, en el que los rusos ofrecieron un vodka de 30 años de solera al patrón de los maños y se celebró una comida de fraternidad.