Una serie de conferencias y presentaciones literarias me llevan a tierras catalanas y aprovecho mi estancia en Barcelona para visitar el Museo de Historia de Cataluña, en Port Vell.

El inmenso edificio de tres plantas, que fue habilitado en plena primera fiebre convergente, cuando todavía mandaba Jordi Pujol, estaba prácticamente vacío. Unos cuantos funcionarios sesteaban en sus pupitres.

Entré en la primera sala, titulada "El nacimiento de una nación", y en su primer mural leí lo siguiente: "En el 711, el ejército musulmán emprende la conquista de la Hispania visigoda. Nace una nueva entidad, un nuevo país, Al--Andalus. A lo largo de cuatro siglos, las tierras de Balaguer, Lleida, Tarragona y Tortosa se unen al Islam y pasan a formar parte de una comunidad económica y religiosa que se extiende hasta la India".

¿El condado catalán, formando parte de una comunidad islámica? Sonrío, adivinando la mano de los historiadores de CiU, y sigo leyendo los capítulos de esta nueva historia de la nación vecina:

"Ante Al-Andalus se forman los condados catalanes, integrados en la Marca Hispánica, territorio de fronteras del Imperio carolingio. A finales del siglo X, los condados catalanes se independizan bajo la hegemonía de la dinastía de Barcelona".

Atención, pregunta: ¿qué dinastía es ésa? Pero sigamos leyendo:

"La formación del feudalismo del siglo XI genera unas nuevas relaciones sociales basadas en el dominio social y político de la nobleza y de la Iglesia y en la explotación del campesinado. Al amparo de ese mundo rural y feudal se extiende el arte románico, que pretende explicar el mundo, su orgien y su orden".

Atención, nueva pregunta: ¿Es que el arte románico, como las religiones islámica e hinduista, también es catalán? Pero sigamos leyendo la doctrina convergente;

"En el siglo XII la conquista de la Cataluña Nueva, la vinculación creciente a Occitania y la unión dinástica con Aragón favorecen al nuevo Estado. La aparición de la palabra Catalonia es prácticamente simultánesa al inicio del catalán como lengua escrita".

No es posible fantasear o manipular más en tan breve lapso. Alfonso el Batallador es Alfons, Jaime el Conquistador, Jaume, y los demás reyes aragoneses Martí, Pere, etc. ¿Escandaloso? No, simplemente ridículo.

Escritor y periodista