JOAQUÍN CARBONELL

--Conociendo su aventura llama la atención que usted trabajase solo.

--Claro, porque tiene una parte personal que es decisiva. Cuando monté esta agencia, solo pretendía poder comer de ello. De golpe, mi proyecto tiene un éxito apabullante tras diez años en el desierto, y casi me desborda, no estaba preparado para este éxito.

--Es muy gracioso cuando usted cuenta el impacto que causa el nombre de su empresa.

--Claro, El nombre de las cosas. Todavía desconcierta. Y llama más la atención que yo sea todo en la empresa, el que contacta, el que visita, el que elabora el proyecto. Pero es que el patrimonio soy yo. Mi mente y mi cultura.

--¿No les asombraba que pretendiera cobrar por darles una palabra tan solo?

--Sí, causaba cierto asombro. Pero es que el nombre es todo. Creían que ese nombre era fruto de una ocurrencia, y había que explicar que detrás existía mucho trabajo, un gran esfuerzo.

--Imagino...

--La ocurrencia no sirve, salvo que sirva. Pero hay que sopesar muchas posibilidades antes de inclinarte por un nombre. Lo tienes que estudiar todo: la proyección, el tratamiento gráfico, la pronunciación... Es muy complejo.

--Veo en el libro que trabaja para grandes marcas y para empresas pequeñitas.

--¡Eso lo tengo muy claro desde el principio! Y a cada una le cobro según su modelo de negocio. Me encanta ayudar a esa peluquería de mi barrio que me pide un nombre, aunque viva de las grandes empresas.

--En esto de los nombres hay grandes sorpresas: ¿cómo se puede llamar algo Afflelou, que es impronunciable?

--(risas) Es cierto. Hay cosas sorprendentes. Ese nombre va contra toda lógica, pero ha funcionado por su originalidad y su dificultad. Igual que Schweppes. Me explicaron que ese nombre refleja el sonido de una ola de mar.

--Los Manolos: un nombre vulgar para zapatos de lujo.

--Es cierto, es contradictorio. Pero ese nombre te indica que no hay que descartar nada. Puede funcionar.

--¿Alguna vez ha tenido pánico?

--No, porque sé que al final encontraré ese nombre. Está ahí, solo falta encontrarlo. Cuando abordo un proyecto me lo tomo con calma, lo paseo mucho por el campo. Pico mucha piedra...

--¿Hay más profesionales como usted?

--Durante mucho tiempo estuve solo, pero ahora también hay gente joven que se dedica a esto. Pero también te diré que algunos, con el tiempo, lo dejan. Les agota. Es un trabajo muy estresante.