Zaragoza fue escenario entre 1936 y 1946 del fusilamiento de 3.543 personas. 2.500 de ellas yacieron en una fosa común del cementerio de Torrero, de forma totalmente anónima, hasta que Sainz de Varanda, primer alcalde constitucional en los albores de la Transición, ordenó el levantamiento de un monumento en su recuerdo. El memorial del 2010, en el que tuvo una influencia fundamental el historiador Julián Casanova, fue de los primeros que se hicieron en España, si bien Jaca ya contaba con uno en aquella fecha.