Un rayo acabó el pasado jueves con la vida de 270 ovejas que se hallaban pastando en un paraje del término pirenaico de San Juan de Plan. La descarga eléctrica se abatió de forma inesperada y violenta sobre un rebaño de casi un millar de cabezas y lo dejó diezmado. La fuerza del fenómeno atmosférico fue tal que el pastor salió despedido, si bien no sufrió lesiones de importancia.

"Las ovejas eran de todo el pueblo, de todos los ganaderos", señaló ayer una vecina de San Juan de Plan, que explicó que el suceso había causado una honda impresión. "Afortunadamente, no ha ha habido daños personales", afirmó.

El rayo se abalanzó sobre el rebaño cuando era conducido a una paridera para pasar la noche y los animales alcanzados murieron en el acto. El ayuntamiento, que movilizó a la Guardia Civil y a los servicios veterinarios de la zona, prepara una fosa común para enterrar a los animales, dado que la carne no resulta comestible y tampoco atrae a las aves carroñeras.

Los daños materiales se cifran en torno a 90 euros por oveja, pero no todos los ganaderos tenían asegurados sus animales, por lo que los sindicatos agrarios han anunciado que se solicitarán ayudas.

Además, el efecto del rayo se puede dejar sentir en las ovejas que sobrevivieron, dado que el estrés que sufrirán influirá en su producción futura. De hecho, un suceso de este tipo puede producir que se malogren los partos e incluso que disminuyan los embarazos, con la consiguiente disminución de los beneficios.

La caída del rayo se registró en el curso de una tormenta con fuerte aparato eléctrico, un fenómeno frecuente por estas fechas en el Pirineo oscense, donde las subidas acusadas de las temperaturas suelen desencadenar precipitaciones a última hora de la tarde, según explicaron fuentes del servicio meteorológico.