Los autobuses de Zaragoza volvieron a ser objeto del vandalismo el pasado jueves por la noche cuando dos vehículos fueron atacados con piedras. La importancia de este hecho, que es la segunda vez que ocurre durante la huelga, radica en que los buses estaban prestando servicio, es decir, estaban transportando usuarios.

Por suerte no hubo que lamentar daños personales, pero sí tres lunas rotas resultado de las pedradas y el susto que tanto conductores como pasajeros se llevaron. Autobuses Urbanos de Zaragoza (AUZ) calificó de "muy graves" los hechos que ocurrieron alrededor de las 10 de la noche del martes sin valorar las consecuencias que puede tener romper las lunas de un vehículo circulando por la ciudad.

EL MOMENTO Y el destino, la casualidad o la intención, hizo que este ataque fuera una vez que habían terminado los paros y en una hora en la que los autobuses llevan pocos pasajeros. Uno de los actos vandálicos se produjo en la línea 23 a la altura del paseo del Canal. Este bus articulado fue doblemente dañado ya que rompieron dos cristales laterales del mismo. La línea 53, en la calle Lago de Coronas, recibió el impacto en la luna trasera del mismo, rompiendo por completo el cristal. No es la primera vez que el conflicto del transporte urbano llega a estos extremos. A principio de mes, la dirección denunció la rotura de hasta 72 lunas. En este caso, los actos vandálicos se produjeron dentro de cocheras y de madrugada, de 11 de la noche a 5 de la mañana, según informó la empresa al ser la hora en la que se encuentran en el garaje los buses afectados. Entonces, se atacaron cuatro buses para Personas de Movilidad Reducida (PMR) y dos turísticos.

AUZ denunció los hechos a la Policía Nacional que abrió una investigación, de la que todavía no se conocen datos y que ha añadido otro punto más a estudiar tras los actos del martes. También intensificó la seguridad, a una hora en la que tan apenas hay empleados, para evitar nuevas tentaciones. A pesar de ello, ha vuelto a ocurrir y esta vez circulando por la ciudad.

La empresa cuantificó los costes entre 20.000 y 50.000 euros más la jornada que no pudieron prestar servicio los autobuses, sobre todo, unos tan específicos como son los destinados a personas con movilidad reducida. Estos tienen unas características son especiales y no pueden ser sustituidos con la misma facilidad que un vehículo normal, lo que entorpeció el servicio.

En el punto de mira no hay nadie, pero la empresa comienza a mostrar su nerviosismo y preocupación. Tras un mes de huelga, negociaciones y rupturas, ya es la segunda vez que los autobuses son atacados.