Tras un año de investigación, el trabajo ha dado sus frutos. Y en el Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón (ICMA) están de enhorabuena. Rosa Córdoba, José María De Teresa y Alfonso Ibarra, investigadores del centro, acaban de pasar a la historia tras descubrir, por primera vez, un nuevo método para fabricar materiales superconductores de energía, a tamaño muy diminuto (nanoescala), que podrían tener su aplicación en la vida cotidiana en dispositivos electrónicos como teléfonos móviles o tablets. Junto a ellos ha trabajado Dominique Mailly, del centro de Nanociencias y Nanotecnologías de París.

«Estamos muy contentos. Llevamos como 10 años trabajando en una línea de materiales a escala muy pequeña, con un método muy parecido, pero el que hemos descubierto es mucho más eficaz. Es un material superconductor, es decir, que tiene una resistencia nula y, por lo tanto, se puede transmitir corriente sin que haya pérdidas de energía», cuenta la investigadora Rosa Córdoba.

En este sentido, la ingeniera precisa que, coloquialmente, se les llama «conductores perfectos» por su eficacia. «Además de evitar la pérdida de energía, supone eficacia ante problemas como el cambio climático y la modificación de los ecosistemas. Estamos en un escenario de consumo desmedido de recursos naturales pero, poco a poco, caminamos hacia cosas más pequeñas. Este descubrimiento permitirá hacer dispositivos más pequeños y eficientes», argumenta.

El hallazgo de este grupo de investigadores del ICMA se acaba de publicar en la prestigiosa revista Nano Letters. «Lo que llevamos en el bolsillo no son móviles, son pequeños ordenadores portátiles. Hace 20 años, lo que ahora es un móvil constituía una torre del ordenador», añade Córdoba. «Por tanto, aunque sea un material de talla baja, las prestaciones son las mismas aunque sea pequeño», insiste.

RESONANCIAS

Sobre las prestaciones que da un material diminuto, a nanoescala, Córdoba apunta que la clave está en establecer un límite. «Cuando se baja de talla y se sigue pasando corriente, el material se calienta. Y cuando se calienta, se pierde energía, porque hay una reacción. Sin embargo, nuestro método habla de superconductores, que no tienen pérdidas, y por lo tanto no tendríamos un tope», cuenta.

Los superconductores se utilizan actualmente, por ejemplo, para crear altos campos magnéticos en equipos médicos de resonancia magnética o en el experimento científico Iter para conseguir energía por fusión nuclear.

«Nos gustaría que este descubrimiento tuviera su aplicación en el mercado. Queremos contactar con empresas de fabricación microscópica, que a su vez trabajan con centros de investigación, para establecer un punto de partida y, después, ver qué opciones hay de desarrollar algo», cuenta Córdoba. «La nanociencia y la nanotecnología tienen cada vez más presencia en la vida cotidiana. Acabarán siendo el futuro», precisa.

También han logrado el diseño pionero de nanohilos en vertical que, para un dispositivo electrónico, suponen un paso importante. «Sería como pasar de un barrio residencial de 50 casas, en horizontal, a un torre de 50 pisos en altura en vertical. Es novedoso por la eficacia. Aplicado a un aparato, los sistemas en horizontal actuales hacen que se creen capas de materiales, sobre superficie plana, como un sandwich, pero con los nanohilos en vertical serían como fueran piezas de lego», explica. «Serían útiles en detección y computación cuántica», detalla Córdoba.