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Adiós a una buena persona

La clase política aragonesa en pleno y numerosos ciudadanos acudieron durante la tarde de ayer a la capilla ardiente del vicepresidente de las Cortes Antonio Torres en el palacio de la Aljafería

Capilla ardiente de Antonio Torres

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Numerosos ciudadanos y la clase política aragonesa en pleno, sin distinción de partidos ni ideologías, se dieron cita ayer en el palacio de la Aljafería, en Zaragoza, para dar el último adiós al vicepresidente segundo de las Cortes, el popular Antonio Torres, de 54 años, que falleció el pasado sábado como consecuencia de un infarto.

«Era una buena persona», fue la frase que más se oyó en boca de los asistentes, entre los que había muchas personas venidas de la provincia de Huesca y de la comarca de Monegros. Un miembro de su equipo, que pidió que se mantuviera su anonimato, describió al fallecido como «un hombre que nunca se enfadaba» y como «un político entregado a su partido».

Torres, en efecto, desempeñó numerosos cargos, desde el de alcalde de Sariñena, donde hoy se celebrará un funeral, hasta el de diputado autonómico y responsable de la formación conservadora en la provincia de Huesca, hasta alcanzar la segunda vicepresidencia de las Cortes esta legislatura.

Por la capilla ardiente, que se montó en el salón de San Jorge del Parlamento aragonés, pasó en torno a las cuatro de la tarde, el presidente de la comunidad, Javier Lambán, que se refirió a Torres como «uno de los mejores parlamentarios» de la Cámara autonómica.

«Era un buen tipo, un hombre de convicciones, con sentido del humor, leal a muchas de las cosas en las que yo creo», agregó el jefe del Ejecutivo.

Por su parte, Luis María Beamonte, presidente del PP en Aragón, se mostró muy afectado por el fallecimiento de Torres, con quien le unía una amistad «de 35 años».

Beamonte señaló que su compañero de filas había batallado en todos los frentes que afectan al Alto Aragón, desde los regadíos a la mejora de las infraestructuras, pasando por la reivindicación de los bienes eclesiásticos retenidos en Cataluña. Definió a Torres como «una buena persona, un hombre próximo, amable, siempre simpático, y un padre y esposo ejemplar».

«Perdemos a un político de raza que ha pasado por todas las instituciones. Pero más que con eso me quedo con la persona, era un buen hombre», insistió Gregorio Briz, portavoz de Chunta en las Cortes.

Arturo Aliaga, presidente del Partido Aragonés, describió a Torres como «un gran padre y un hombre de familia», mientras que Nacho Escartín, diputado de Podemos, lamentó la pérdida del político popular, «más allá de los debates políticos», y destacó su «ironía y sentido del humor».

El Justicia de Aragón, Ángel Dolado, recordó que había tratado en numerosas ocasiones con Torres, tanto «en temas de comunicación» como en «tertulias televisivas».

Entre los asistentes figuraban numerosos miembros relevantes del Partido Popular, como la exalcaldesa de Zaragoza Luisa Fernanda Rudi o a la exalcaldesa oscense, actualmente diputada en el Congreso, Ana Alós. También estuvieron presentes la actual regidora de Teruel, Emma Buj, y su antecesor en el cargo, Manuel Blasco.

Ayer fue la tercera vez que el palacio de la Aljafería acogía una capilla ardiente desde su conversión en Cámara autonómica a raíz de la Transición, destacó un responsable de protocolo de la institución.

La primera ocasión tuvo lugar en mayo del 2001, tras la muerte en atentado de ETA del político popular Manuel Giménez Abad, y la segunda, en septiembre del 2010, cuando se rindió homenaje póstumo al emblemático escritor, político y cantautor José Antonio Labordeta. Antonio Torres deja viuda y dos hijas.

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