Las personas sin techo tienen, cada vez más, rostro de mujer. Aunque los hombres todavía son el grupo mayoritario, el número de mujeres ha crecido en los últimos años de manera significativa en las grandes ciudades del país, donde Zaragoza no es una excepción. Así, y a pesar de que la capital aragonesa no arroja las cifras de las grandes urbes nacionales, las entidades que trabajan con aquellos que viven en la calle han podido constatar este fenómeno en la ciudad.

Algo que pone de manifiesto la subdirectora de Intervención Social de Cruz Roja Zaragoza, Susana Royo, quien se remite a los datos del censo que elabora bianualmente. En el último publicado, que corresponde al 2018, supusieron el 12,5% de las 120 personas sin techo que hay ahora mismo. Es decir, hay 15 mujeres y 105 hombres en esta situación. Este resultado, si se compara con el trabajo del 2016, supone un aumento de algo más de 4 puntos porcentuales.

Entonces, los voluntarios de Cruz Roja contabilizaron un total de 126 personas en la calle, de las que 9 eran mujeres, lo que se traduce un 7,14% aproximadamente.

«Sí que se ven más mujeres. Estamos planteando el trabajo más desde la perspectiva de género, como entregando productos de higiene íntima», afirma Royo que se refiere a la labor que realizan en las calles de Zaragoza con las personas sin techo, a las que llevan alimentos y otros productos de primera necesidad todas las noches. «Además de este incremento, hemos pasado del 8% al 12% en las atenciones» afirma.

«Nos acercamos a las personas que están en la calle para tratar de crear un vínculo con ellos, para que ellos se planteen tener un cambio en su vida. En las mujeres es más complicado por el perfil; casi nunca están solas y son más víctimas de delitos», relata sobre esta situación.

Las dificultades a las que se enfrentan, son diferentes y, no solo eso, también terminan en esta condición de peor manera: «Las mujeres que llegan a la calle lo hacen bastante más deterioradas que los hombres. Al sentirse más vulnerables agotan todas la vías antes de quedarse sin hogar y llegan peor psíquica, emocional y físicamente», relata.

Precisamente, la subdirectora regresa a la cuestión de los recursos, que aunque son mixtos, «hay otros específicamente de hombres».

En lo relativo a las causas de este aumento de mujeres en esta situación, Royo encuentra dificultades para encontrarlas: «Es difícil precisar las razones, en personas sin hogar no podemos hablar de un perfil específico, cuando las conoces cada persona es diferente. Comparten el estar sin hogar», remacha. Además, no solo ve un aumento de personas de sexo femenino sin techo, también observa «un incremento de parejas jóvenes, que llevan poco tiempo en la calle».

El crecimiento del fenómeno también lo constatan desde el centro social San Antonio, donde Mari Carmen Erlac es trabajadora social: «Es una realidad. La pobreza siempre ha tenido cara de mujer pero no se ha visibilizado tanto y no acude tanto a los recursos de ayuda», relata sobre esta situación. Desde San Antonio ofrecen a mujeres que se encuentran sin hogar estancias, con una capacidad para 12 personas; un recurso temporal hasta que logran una mayor autonomía. «Poco a poco ha ido incrementando el numero que van a solicitar ayuda», indica Erlac, que también observa un cambio en el perfil, con presencia de personas de sexo femenino de fuera de España: «Han venido muchas extranjeras que solicitaron asilo, algunas que vienen porque les dicen que les van a dejar una habitación y solo es durante pocos días y se quedan en las calle».

Así, ve que llegan a sus instalaciones mujeres de, sobre todo, países latinoamericanos como nicaragua o Ecuador, pero también de Rumanía.

«Vienen sin recursos, con el trámite de regularizar su situación, es un perfil diferente a la mujer sin hogar de antes», detalla. Sobre los casos de antaño, precisa que se veían abocadas a esta situación por «múltiples problemas», como adicciones, separaciones de la pareja, el desempleo o asuntos relacionados con la salud mental. Pero, para Erlac, si algo resulta común en todas ellas es que «no tienen red social» en la que apoyarse para luchar contra las adversidades, una carencia «que les limita».

Entre las usuarias que atienden, la trabajadora social señala también aquellas que han sufrido malos tratos «y se ven abocadas a quedarse sin hogar». En este centro han comenzado este año un proyecto dedicado en exclusiva a la mujer, un hecho que, remarca, si lo han llevado a cabo «es porque ha habido un repunte».

Desde el pasado mes de enero enero y hasta ahora, unas 70 mujeres han pasado por este servicio. «Sin hogar y también sin techo», especifica. Allí encuentran talleres de autoestima, empoderamiento o de relajación. «Llegan con muchísimo grado de estrés y ansiedad» indica. «Las que están en la calle son muy temerosas ante las agresiones, lo de menos es el hurto», explica la trabajadora social, que precisa que ese miedo se dirige sobre todo hacia grupos de personas que agreden a las personas que se encuentran en la calle por alguna motivación aporofóbica.