- No es por comenzar con un spoiler

- Termina mal desde el momento en que la lengua que se analiza entró en decadencia en la última etapa que se trata en el libro. En todo caso, la pérdida del aragonés no era algo intrínsecamente malo para la sociedad. Las lenguas aparecen y desaparecen constantemente en la historia. No pretendo presentar una visión derrotista de la historia de Aragón.

- ¿Una mirada documentada al pasado permite «dignificar» la situación actual de la lengua?

- Creo que sí. El aragonés es una lengua carente de referentes cultos que muchas veces se ha considerado una forma vulgar de hablar. Analizando la historia se demuestra constantemente que, muchas de esas formas que actualmente se consideran vulgares, en tiempos antiguos eran cultas y dignas de ser usadas por los reyes, los obispos o por quien fuese.

- Asegura que en ocasiones se han confundido los registros escritos calificando de castellano textos que se encuentran en aragonés...

- Es muy frecuente. Desde la filología hispánica es habitual que se trate al aragonés como un dialecto del castellano, y eso lleva a que mucha gente que se encuentra con documentos en aragonés medieval considere que están escritos en castellano antiguo. A veces se dan situaciones paradójicas, como lo es que, a la hora de clasificar los fondos de algunos archivos aragoneses, se describan documentos en castellano, documentos en catalán y documentos en romance sin más. Es decir, algunas personas no se atreven a dar nombre a esa tercera lengua porque desconocen sus características, o incluso ignoran su existencia.

- ¿Eran conscientes los reyes de Aragón de la necesidad de marcar una identidad nacional propia diferenciada con otros reinos a través de la lengua?

- No solo eran los reyes. Toda la estructura del Estado usaba la lengua como elemento de construcción de identidad. En nuestro caso, el aragonés sirvió para generar la adhesión de los súbditos en torno a un proyecto político determinado, como es la Corona de Aragón, pero también para lo contrario, pues las élites del reino usaron ocasionalmente el idioma como elemento para reafirmarse frente a la monarquía.

- ¿La existencia de tres lenguas diferenciadas en el periodo medieval -aragonés, castellano y catalán- complicaba las cosas?

- No podemos olvidar que son tres lenguas románicas muy próximas entre sí, así que no había problemas de comprensión. Las cosas se complicaban cuando las lenguas se asociaban a esas identidades políticas, y comenzaban a utilizarse para oponer los diferentes territorios. La lengua aragonesa se convirtió en un símbolo político del reino, y el uso de otro romance podía entenderse como un elemento de alteridad. De ahí que te encuentres que localidades como Fraga o Tamarite de Litera, donde siempre se escribía en catalán, cuando se dirigían a las Cortes de Aragón abandonaban su lengua propia y se pasaban al aragonés. Debían de creer que el hecho de hablar en catalán podía ser interpretado por el resto como un signo de exclusión.

- ¿La llegada de la dinastía de los Trastámara en el siglo XV marca el inicio de la decadencia?

- Ese hecho marca el inicio del cambio. Del mismo modo que la consolidación del aragonés estaba ligada a la construcción de la Corona de Aragón, desde que empezó a gestarse un nuevo proyecto político, como era una España que tenía su centro en Castilla, la lengua castellana se asentó como nuevo referente lingüístico. Por ejemplo, no es casual que los Reyes Católicos siempre usaran el castellano en sus actos públicos. Ese cambio condujo a las élites políticas de Aragón a adoptar la nueva lengua del poder para medrar, y tras ellas lo hizo progresivamente el resto de la sociedad.

- Señala que el aragonés no se consolidó nunca como lengua literaria

- Puede que fuese uno de los handicaps de la lengua. En determinados registros formales, las élites del reino se decantaban por lenguas forasteras. A la luz de los manuscritos conservados, en el Aragón medieval se consumía más literatura en catalán u occitano que en aragonés. Eso no quiere decir que el romance propio se considerase vulgar, pues se usó masivamente en las crónicas, la prosa didáctica o los documentos oficiales, pero no cuajó a la hora de escribir poesía o ficción.

- Ha visitado multitud de archivos recabando evidencias de uso, ¿aún quedan aspectos sobre el uso político y social de aragonés por descubrir?

- Sorpresas, siempre puede haber. En este libro presento algunas que he tenido durante años de trabajo en los archivos. Pero grandes descubrimientos que alteren sustancialmente nuestros conocimientos, no lo creo. En cualquier caso, en una lengua que ha estado excluida de los registros formales durante siglos el margen de que aparezcan documentos inesperados es grande: las bibliotecas han transmitido pocos libros escritos en aragonés en la Edad Media, pero a veces te encuentras una hoja reaprovechada en una encuadernación o un poema inédito anotado en los márgenes de algún protocolo notarial que dan pistas de todo lo que se ha perdido.

-Es muy poco optimista sobre el futuro del idioma…

-No puedo ser optimista: la desaparición de la lengua es inminente. En todas las zonas donde ha seguido siendo la lengua corriente de la población hasta hoy, está siendo sistemáticamente abandonada y apenas se transmite a los hijos. A menos que las autoridades aragonesas apliquen una política lingüística decidida para revertir este proceso, la lengua se extinguirá en unas pocas décadas. Y ninguna política lingüística servirá de nada si no cuenta con el apoyo de los hablantes, y tampoco si ellos no tienen interés y voluntad de conservar la lengua de sus padres.

- ¿Qué le parecen los procesos de unificación que se intentan poner en marcha desde el Gobierno de Aragón? ¿Ve necesaria la creación de una academia oficial?

- Una lengua, para que se pueda usar en determinados registros a los que el aragonés debe acceder para sobrevivir en el siglo XXI, necesita una cierta dosis de codificación. Tanto a nivel ortográfico como a nivel de neología. Si eso no se consigue, no creo que haya un futuro viable para los dialectos que han pervivido hasta nuestros días. No me corresponde a mí juzgar cuál de las propuestas existentes es más adecuada. En cualquier caso, si no se alcanza un consenso entre las diferentes corrientes que existen actualmente no creo que sea posible avanzar hacia una posible salvación de la lengua.