Carmelo, un zaragozano de 54 años, fue hallado muerto ayer en un trastero situado en la calle Corona de Aragón de la capital aragonesa. Allí dormía algunas noches porque se encontraba en trámites de separación. El fuerte olor que desprendía, así como la aparición de insectos en la zona, pusieron en alerta a los vecinos. El Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que asumió la investigación determinó que la muerte era natural.

El aviso a la sala del 091 lo realizó el propio dueño de este local que hace diez años se reconvirtió en este espacio de guardamuebles que están tanto a la venta como en alquiler. Esta última opción fue la elegida seis años atrás por el ahora fallecido. La comunidad de propietarios a la que pertenece esta ubicación, el número 55-57 de la calle Antonio María Claret, se puso en contacto con el dueño porque sospechaban del olor que salía al exterior.

Este hombre fue a comprobar qué era lo que ocurría, certificando nada más abrir la puerta de acceso al espacio que algo iba mal porque ese hedor no era normal. Eran las 16.00 horas. Llamó inmediatamente a la Policía Nacional que activó a los Bomberos de Zaragoza porque era necesario acceder al habitáculo del que emanaba ese olor. Una tarea que no fue nada fácil. En estos tiempos del covid-19, los dos miembros del cuerpo de emergencias que entraron al lugar tuvieron que pertrecharse con los EPI necesarios para evitar cualquier tipo de contagio. Incluso emplearon bombonas de oxígeno para evitar inhalar gases nocivos.

Nada más entrar certificaron sus sospechas. Había el cadáver de un hombre de complexión fuerte. Era tal su estado de descomposición que no pudieron atisbar en ese momento si se podía tratar de una muerte natural o un crimen.

POLICÍA CIENTÍFICA

Inmediatamente, los agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón pusieron en conocimiento del Grupo de Homicidios los hechos, quienes, a su vez, activaron a la Policía Científica. Estos, también empleando las medidas de protección necesarias para evitar infecciones, se adentraron en el lugar y realizaron una serie de pruebas para saber si el fallecimiento era como consecuencia de algún tipo de agresión. Determinaron lo contrario.

Los agentes pusieron en marcha el protocolo de este casos, que fue la solicitud al Juzgado de Instrucción número 2 de Zaragoza, que estaba en funciones de guardia, del levantamiento del cadáver y posterior traslado al Instituto de Medicina Legal de Aragón para realizarle la pertinente autopsia que determine las causas exactas de la muerte.

Colchón sobre el que apareció el cadáver.

Tampoco fue una tarea fácil porque los miembros de la Hermandad de la Sangre de Cristo que son los encargados de movilizar los cadáveres tuvieron que solicitar ayuda para poder llevar el cuerpo de Carmelo al exterior. Los Bomberos de Zaragoza regresaron y ya entre todos pudieron introducirlo en la furgoneta.

TRABAJABA

El propietario del local se mostró visiblemente afectado por lo ocurrido, quien reconocía a este diario que el contacto con él era el habitual en este tipo de relaciones contractuales. No obstante, este zaragozano le reconoció en alguna conversación que se encontraba en trámites de separarse y que algunas noches tenía que dormir allí. Este hombre trabajaba de administrativo en el hospital universitario Miguel Servet de la capital aragonesa. No había denuncia por desaparición alguna.

No es la primera vez que se detecta en la capital aragonesa que un vecino decide vivir en un trastero. Unas soluciones habitacionales improvisadas que no son en ningún caso un espacio digo en el que vivir puesto que no tienen ventilación ni agua. A eso se suma que no existe una climatización adecuada ni el espacio es el adecuado, ya que suelen ser de unos seis metros cuadrados.