Andorra sigue a la búsqueda de la prometida transición justa cuando se cumple un año del cierre definitivo de la térmica de carbón. Era el último gran activo que quedaba de la otrora pujante industria minero-eléctrica de Teruel, que lo ha sido todo para la economía y el empleo de este territorio en el último medio siglo. La incertidumbre y los temores que entonces existían en la zona, lejos de disiparse, siguen pesando en el ambiente de una localidad que no levanta cabeza por la falta de certezas sobre su futuro. Así ocurre porque siguen sin materializare nuevos proyectos empresariales que generen empleos alternativos a los cerca de 400 perdidos con el fin de la central.

«El único empleo que hay es el del desmantelamiento de la térmica», lamentó ayer el alcalde de Andorra, el socialista Antonio Amador, que reconoció que la situación «no es buena», al tiempo que reclamó más compromisos a todas las instituciones y actores implicados en el proceso de reconversión. «Todos sabemos que con la pandemia ha sido un año muy complicado pero el tiempo pasa de forma inexorable y hay que concretar los proyectos de futuro», reivindicó.

Las arcas municipales son las primeras que han notado el cese de la industria eléctrica. Endesa aportaba al consistorio 2,5 millones de euros al año, un tercio de su presupuesto, cantidad que se ha reducido a los 700.000 euros abonados por los permisos para las obras de desmontaje de la central. En ellas trabajan en estos momentos 106 trabajadores, el 80% procedentes de la zona, según informan fuentes de la compañía. Aseguran también que se está cumpliendo el calendario marcado para desmantelar en cuatro años un complejo del que se prevén retirar 259.780 toneladas de residuos

Los trabajos se centran en estos momentos en el antiguo parque de carbones y en tareas de retirada de aislamientos (descalorifugado) y amianto en las torres de refrigeración. En paralelo, Endesa vislumbra la construcción en estos mismos terrenos de dos plantas fotovoltaicas de 130 megavatios (MW). La obras de la primera, llamada Sedeis, se esperan iniciar antes de acabe el año.

Estas instalaciones forman parte del macroproyecto renovable de 1.725 MW que la eléctrica quiere desarrollar en la zona. Pero buena parte de estas inversiones, que superan en su conjunto los 1.700 millones de euros, dependen de que consiga adjudicarse la capacidad de evacuación del nudo eléctrico de la térmica, que el Ministerio de Transición Justa sacará a concurso el próximo otoño.

Pendientes del convenio

La subasta repartirá derechos para levantar en la zona 1.300 megas de energía verdes y será uno de los pilares del convenio de Transición Justa de Andorra-Comarcas Mineras. Este sigue a la espera de firmarse más de dos años después de que la ministra del ramo, Teresa Ribera, anunciara la iniciativa.

El PP critica que ese plan de reactivación siga sin ver la luz y reprocha al Gobierno central y al de Aragón las «promesas incumplidas» sobre la llegada de inversiones y empresas a la zona, lo que, a juicio de los populares, «está ahogando» a toda la comarca.

Los sindicatos se muestran igualmente descontentos. «En un año no hemos visto ninguna proyecto ni empresa que se haya instalado en Andorra. Se están pasando dificultades», aseguró Alejo Galve, secretario general de UGT en Teruel. «Hay preocupación porque vemos que todo se está retrasando mucho y la gente se tiene que buscarse la vida en otros sitios», aseveró.

Para el alcalde, la firma del convenio «debe producirse cuanto antes, porque es importante», pero, advirtió, «que nadie se lleve a engaño, no paliará los problemas de forma inmediata». Amador dice tener más confianza en las posibilidades que ofrece a corto plazo la subasta de renovables por «las industrias asociadas» que pueden traer los parques energéticos. La previsión del ministerio es que se movilicen con ese proceso inversiones por valor de más de 1.000 millones de euros.

La parte sindical también tiene depositadas sus mayores esperanzas en el concurso eléctrico. «Esperamos que las adjudicatarias vengan con proyectos alternativos, que no sea solo poner placas solares. Que sean empresas reales y no vendan humo», concluyó Galve.

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Endesa parece que no será el único gran nombre del mundo energético que opte a la puja de potencia verde. También se han interesado por el concurso la eléctrica portuguesa EDP o la firma italiana Falck Renewables, según ha podido saber este diario.

Entre tanto, ayer se reunió la comisión de seguimiento del plan de cierre de la minería 2019-2027, que se centró en la creación de empleo en la restauración de explotaciones y en el impulso de un programa de integración laboral.