Imagínense salir a dar un paseo por el monte y encontrarse con un precioso bosque encantado y un buen puñado de casitas de miniatura. Si el término municipal es de Bronchales, no hay que asutarse. No va a salir ningún duende ni la bruja Brigitta va a cobrar vida. Este precioso rincón esconde una preciosa historia por parte de María Pilar Gracia, quien se ha propuesto convertir este paraje en un lugar de concienciación y de aprendizaje.

El bosque encantado de la bruja Brigitta es un proyecto (ahora una realidad) que ha encabezado María Pilar. Ella reside a lo largo del año en Zaragoza, donde trabaja como profesora en un centro cívico. Debido a la pandemia, han permanecido cerrados por lo que ha tenido un tiempo del que antes carecía para terminar de dar el impulso definitivo a su idea. Todo nace de su pasión por las miniaturas, el mundo de la fantasía y, como no podía ser de otra forma, del cariño que tiene hacia su pueblo. "Comencé a construir la primera casita el 1 de enero y cuando ya llevaba el 80% hecho, pedí permisos al Departamento de Medioambiente y al Ayuntamiento de Bronchales para poder colocarlas en el bosque", relata Gracia que, precisamente, eligió esa zona porque le evocaba "bonitos recuerdos" de su infancia.

La inauguración se saldó con un éxito total: "Vinieron cientos de personas. Me emociono mucho porque hay gente que cuando me ve por la calle me da la enhorabuena. Es muy bonito". María Pilar recalca en todo momento el propósito con que nació este proyecto: "Quería demostrar que se puede hacer algo muy bonito con materiales reciclables como piedras o maderas". Cada uno de los niños de Bronchales cuenta con una casita y una leyenda en este pequeño mundo de fantasía, donde también se reserva un espacio para gente emblemática de la localidad y como reconocimiento a su trabajo por el pueblo. Es el caso de la bibliotecaria, "que se está dedicando en cuerpo y alma"; de José Villa Pacheco, fallecido el mes pasado y presidente de la revista Cecal; y de Luis Hernández. También tiene su espacio la leyenda del dragón de Bronchales, que a diferencia de otros, solo era goloso y "se zampaba la merienda de los pastores y la leche de las parturientas". 

De cara al año que viene, ha hablado ya con los profesores del colegio de la localidad y pretende convertir la parte derecha del bosque en una zona de juegos infantiles que pueda hacer las veces de recreo para los niños. Para ello, cuenta con la recopilación de un buen número de juegos de sus alumnos en el centro cívico, como por ejemplo «el descansillo, las tabas o las chivas". "Colgaré la explicación de estos juegos en cada árbol y, también, los materiales para poder jugar como pueden ser las tizas o cuerdas. La idea es que empiecen a saber jugar sin gastar dinero", comenta María Pilar.

"Mientras tenga salud, seguiré aumentando este pueblecito. Quiero que los niños tengan los pies sobre a tierra», concluye María Pilar, que define este mundo de fantasía «como un reflejo de la ilusión del pueblo".