La pandemia no ha hecho desistir a las familias cuyo deseo es adoptar un niño, por lo menos a la nacional. En 2019 había 158 grupos familiares a la espera de la asignación de un menor y en 2021 son 176. El incremento de solicitudes ha sido de 63, por lo que no se detectan desistimientos, asegura María José Bajén, jefa de Servicio de Atención a la Infancia y a la Adolescencia del Instituto Aragonés de Servicios Sociales del Gobierno de Aragón. De hecho, en 2019 las delegaciones de guarda (asignaciones de niños a familias de adopción) fueron 35 y hasta noviembre de este año, 30, pero «lo estamos analizando» porque en los datos nacionales «se verá si hay variación» porque «las condiciones personales pueden limitar los procesos», señala.

En adopción internacional sí que parece notarse una bajada, aunque los datos son «pequeños». En 2019 llegaron 5 niños; en 2020, 3 y en 2021, otros cinco. Y en este momento hay tres familias pendientes de viajar, una a China, 1 a Filipinas y otro a Vietnam, que «tienen niño asignado». Y otras están esperando la asignación de pequeños de Bulgaria, Colombia, Filipinas, India y Vietnam. «Hay pocos países y estos apuestan también por la adopción nacional salvo para grupos de hermanos, niños mayores o con dificultades de salud», señala Bajén, quien apunta que «el proceso más largo pero con más garantías de conseguirlo» que con la nacional.

Los perfiles de niños en adopción son dos, bien el que viene de una renuncia en el hospital, que «no son muchas porque en España hay recursos de ayudas a familias y a la maternidad», afirma Bajén, pero sí alguna «por muchas circunstancias, que no se estudian porque es un derecho». Y luego están los niños que han tenido que estar separados de sus familias de origen porque «no está garantizado su desarrollado». El sistema de protección a la infancia «tiene que garantizar que el niño crezca con su familia y hay mucho trabajo con ellas para evitar que sean separados». En este caso son «niños que tienen que salir del entorno porque su integridad física corre riesgo», insiste.

Visibilizar el maltrato

Otro de los programas del Servicio de Atención a la Infancia y a la Adolescencia es el de acogimiento. En estos momentos hay 99 familias, por lo que está permitido el descanso lo las bajas; y 47 son los pequeños en acogimiento, «una cifra que varía día a día»

Bajén cuenta que es está estudiando porque la pandemia hizo que «entraran poquitos en el sistema. Hubo un silencio preocupante», reconoce. En el departamento hará un análisis porque ahora sí que se han visto situaciones de «maltrato» más grave y eso puede ser porque «la visibilización» con la pandemia ha estado escondida, ya que ha habido menos contacto con vecinos, pediatra, guarderías, tiempo libre, etc.

Escuchar a los pequeños

Desde Atención a la Infancia y a la Adolescencia se va potenciar la participación y el «darles voz a los niños», señala María José Bajén. Ya se están generando modelos de participación porque se pretende que los profesionales escuchen a los chicos y a las familias, y que las decisiones respondan a sus necesidades pero que ellos «se sientan partícipes de la situación». Esto se debe a que a veces, jóvenes acuden al Servicio para preguntar por qué se tomó alguna decisión porque «no la entendieron». Y eso es lo que se pretende evitar, para que estén bien informados, escucharles a los adolescentes y a los más pequeños, también a través de juegos y pinturas. 

Siempre son necesarias más familias de acogida, de hecho cada cierto tiempo se lanza una campaña de concienciación. En el 2020 fue Tú también puedes acoger y fruto de ella, en el último trimestre hubo 111 solicitudes de información, una cifra muy alta si se compara con las 2 que ha habido este mes. De esas familias que preguntaron, 21 se presentaron para ser grupos de acogida; lo que significa que además de esas 99, hay 25 que en estos momentos están en proceso de «formación y valoración».

El perfil de familia acogedora (muchas de ellas forman parte de la Asociación de Familias de Acogida, Adafa) es «estupendo», dice Bajén entre risas, para luego añadir que «no hay un perfil, porque cualquiera puede acoger. El único requisito es que quiera aportar un entorno para el crecimiento temporal de un niño», señala. Es un acto de «generosidad» porque «vas a apoyar a un niño que pertenece a otra familia, a la que también apoyas porque es importante el respeto al entorno de origen», reconoce la jefa de Servicio.