La prolongada ausencia de precipitaciones en gran parte de Aragón desde que empezó el año 2022 está abocando la comunidad a una situación de prealerta por sequía. Una escasez de lluvias y nevadas que, sin embargo, no ha provocado todavía una escasez de agua debido a los aportaciones que recibieron los embalses el pasado otoño y a las reservas de nieve en el Pirineo, que menguan lentamente debido a las bajas temperaturas nocturnas.

En Aragón, el estado de los embalses no es tan preocupante como en las cuencas situadas al sur del Ebro, en particular en el Guadiana y en el Guadalquivir. Pero aun así «los agricultores están adelantando la campaña de riegos», asegura David Solano, responsable de Agua de la organización agraria UAGA.

«El mayor problema está en el secano del centro de Aragón, donde no solo peligran los cereales de invierno, sino que, además, se enfrenta a una plaga de conejos muy dañina para los cultivos», advierte Solano.

Con todo, fuentes de la Consejería de Agricultura del Gobierno de Aragón señalan que se considera que «técnicamente, no se ha entrado en un periodo de sequía». Valoración en la que coincide la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que apunta que en la actualidad la cuenca bajo su jurisdicción «no vive una época de escasez de agua».

Vista aérea del embalse de Mediano, en la Ribagorza. GIROLIBRE

Sin Gloria ni Filomena

De hecho, el volumen de agua embalsada es de 5.223 hectómetros cúbicos, lo que representa el 66% de la capacidad de todos los pantanos de la cuenca, frente a un promedio de 5.611 metros cúbicos (un 70,9%) en los últimos cinco años.

 El problema está en que el nivel de agua baja en los embalses y en que, a corto plazo, no se vislumbra un cambio en el tiempo meteorológico, marcado por un prolongado anticiclón que ha mantenido a raya las precipitaciones.

«Al contrario que en los años anteriores, este 2022 no se ha registrado ningún temporal como el de Gloria en 2020 y el del Filomena en enero de 2021», explica Rafael Requena, responsable en Aragón de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

 Mientras tanto, las comunidades de regantes observan con «preocupación» la falta de signos que anuncien un cambio de tendencia en el tiempo, que parece anclado en un permanente cielo sin nubes.

«Es pronto para valorar lo que puede pasar, pero lo cierto es que hace tiempo que no ha llovido y que existe una gran incertidumbre por lo que pueda pasar», comenta José María Vinué, presidente de la Comunidad de Regantes del Canal de Bardenas.

«Claro que si lloviera dentro de uno o dos días no habría problema», señala el responsable de la entidad de Cinco Villas, que se apoya en que el embalse de Yesa se encuentra al 83,8%.

«Ahora mismo, dentro de la zona regable hay una sequía manifiesta», apunta José Luis Pérez, que está al frente de la Comunidad de Regantes del Canal de Aragón y Cataluña. «Y los efectos ya se notan en los cereales de invierno», añade. No obstante, los frutales, tan importantes en la economía del este de Huesca, se van librando y. «de momento, acusan menos la escasez de agua.

Esta falta de precipitaciones, continúa, «obligará a empezar la campaña de riegos lo antes posible, seguramente a finales de febrero», afirma Pérez.

Campos de cereal en Monegros, ayer. UAGA

"Solo hay la mitad de agua que necesitamos"

Para César Trillo, de la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón, que detrae 900 hectómetros cúbicos anuales de los ríos Cinca y Gállego, «la sequía en Aragón es tan grave o más que en el resto de España». «En la actualidad los embalses solo tienen retenida la mitad del agua que necesitamos para la nueva campaña», manifiesta.

«Vivimos con la esperanza de que llueva en abril y mayo, pero aun así la situación en la zona del Cinca es dramática, pues no queda apenas nieve», subraya Trillo.

Para el máximo responsable de la organización de regantes del Alto Aragón no cabe duda de que, «tras dos meses sin caer ni una sola gota, estamos en una situación de prealerta de sequía».

«No ha llovido desde Navidad», lamenta Vicente López Gil, que es fruticultor en Valdejalón y miembro de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA). «Si esto sigue así, es posible que tengamos problemas en las zonas de regadío, pero no creo que sea nada grave porque el embalse de La Tranquera están a casi el 60% de su capacidad», señala.

Otra cosa muy distinta, declara, es el estado de los cultivos de secano, que además «están sufriendo una plaga de conejos my perjudicial para las plantas».

Por eso los agricultores miran estos días al cielo, aunque quizá no tanto como al Pirineo, donde la nieve se ha helado, lo que ha prolongado su duración. De esas reservas del manto blanco dependerán en gran medida las cosechas de la primavera y el verano.

Por encima del promedio del quinquenio

Sin embargo, la nieve acumulada en las cumbres de la cordillera, en la zona correspondiente a la cuenca del Ebro, se cifra en estos momentos en 913,5 hectómetros cúbicos, una cantidad «baja» según el último informe de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

Claro que, por el contrario, las aportaciones, o sea el volumen total de agua que ha llegado a los embalses desde el comienzo del año hidrológico el pasado 1 de octubre, se sitúan en un valor calificado de «normal», con 2.346,5 hectómetros cúbicos a fecha 7 de febrero.

El vaso del embalse de Mediano, visto desde el aire, refleja el retroceso del agua. GIROLIBRE

Un reciente informe de la CHE, realizado el pasado 24 de enero, reflejaba que en Aragón se superaba la reserva promedio de los últimos cinco años, el periodo comprendido entre 2017 y 2021. «Nos encontramos por debajo de la cifra de 2021 pero por encima del mínimo, que se produjo el año 2018.

Por otro lado, en la margen derecha del Ebro, que es tradicionalmente la que presenta mayor déficit hídrico, también se supera la reserva promedio de los últimos cinco años.

Este volumen de agua embalsada, consideran los expertos, será crucial para afrontar con garantías de éxito la nueva campaña agrícola.

Innivación artificial para el esquí

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Además, en los meses de noviembre y diciembre nevó en grandes cantidades en gran parte de la cordillera, lo que permitió asegurar una amplia reserva en el arranque de la campaña. Una campaña que, por otro lado, aún está lejos de terminar, por más que febrero esté resultando un mes atípico por culpa de la falta de precipitaciones de nieve.