Cuando Ana Isabel Yuste subió su primer vídeo a TikTok, en febrero de 2021, su relación con las redes sociales era bastante residual y su presencia en Instagram o Facebook se limitaba a poco más que al estar por estar. Hoy, un año después y bajo el nombre de @anais.yusfer, su perfil en la red china cuenta con más de 667.000 seguidores que consumen con ansia sus vídeos de humor. Y es que en estos tiempos, la risa es un valor al alza.

“Comencé en esto porque una de mis hijas me pidió que me crease una cuenta para seguirla. Subí un primer vídeo y eso me llevó a otro y al final dejé de jugar al Candy Crush para hacerme una adicta al TikTok”, explica a este periódico. En realidad, ya había hecho unos pinitos con “vídeos chorras” que subía a su estado del Whatsapp y el feedback que recibía no era malo. Quizás por eso, a sus 48 años, esta aragonesa que trabaja como cajera de un hipermercado, tampoco se resistió mucho a la invitación para dar el salto.

El secreto de su inesperado éxito (algunos de sus vídeos superan con creces el millón de reproducciones) reside en la naturalidad de sus expresiones y lo cotidiano de los temas que toca. Eso y las risas del final de sus vídeos. “Son de mi hija o de las amigas del café con las que los grabo y son totalmente naturales. Tienen una risa muy contagiosa y eso funciona muy bien”.

El punto de inflexión llegó en mayo, cuando apenas llevaba tres meses subiendo contenido a TikTok. “Recuerdo que varias personas, por diferentes lados, me dijeron que habían recibido vídeos míos por grupos de WhatsApp. Luego además me sacaron en programas como ‘Aruseros’ o en ‘Herrera en Cope’. En ese momento no llegaba todavía a 50.000 seguidores y el subidón fue espectacular”, recuerda.

Bloqueo de su cuenta

Pese al éxito que ha tenido, o quizás fruto de ello, Yuste se ha encontrado con un problema inédito desde que comenzó el año: la censura. "En lo que llevamos de año he recibido 12 denuncias por mi contenido y TikTok no se lo piensa. Elimina el vídeo y ahora ya sufro bloqueos de la cuenta que duran una semana".

El motivo más usual es por contenido pornográfico o de desnudez, según afirma, aunque tiene claro que no es por cómo aparece en los vídeos, sino por el empleo de ciertas palabras. "Si quiero hacer un chiste sobre el miembro viril masculino, tendré que llamarlo 'pene', ¿no?", se pregunta. Ahondando más en la línea que sigue su cuenta, defiende que su humor es "el de toda la vida, el que ha hecho Eugenio o Arévalo, por ejemplo. Son haters que no entienden el humor".

Para sortear esta censura ocasional, se ha abierto una cuenta secundaria (@missabel.zgz) que cuenta con un número sensiblemente inferior de seguidores, 9.000. Es consciente que, según el algoritmo de la red social, esto influye directamente en el alcance de sus vídeos, ya que muestra por defecto los que generan más reproducciones, pero es su manera transitoria de continuar subiendo contenido.

"Si quiero hacer un chiste sobre el miembro viril masculino, tendré que llamarlo 'pene', ¿no?"

"Hay personas que me han llegado a decir que soy su terapia en las dificultades del día día. Y esa es mi intención: divertir. Me siento una atracadora de risas y es lo que me motiva para continuar", reconoce. En el otro lado de la balanza está la faceta más perniciosa de las redes sociales y de lo que ya ha vivido en sus propias carnes. "Hay mucha falsedad y odio. Es increíble lo que la gente puede llegar a soltar escondidos detrás de un perfil en la red, no me lo esperaba".

Pese a todo, no se plantea abandonar la red. Al menos por el momento. "Soy aragonesa y muy cabezona. Solo lo dejaría cuando se me agoten las ideas o las personas que me ayudan se aburran".