Goya dejó su huella en la Ermita Virgen de la Fuente de Muel. Entre 1771 y 1773, el joven pintor recibió el encargo de decorar las cuatro pechinas en la cúpula que cubre la capilla con las figuras de los denominados cuatro Padres de la Iglesia: San Gregorio Magno, San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo. Son pinturas al óleo directamente sobre el muro, una técnica que ya evidenciaba a sus 27 años la maestría innata del genio aragonés, y que hoy es suficiente motivo para visitar Muel. 

Catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), el templo se reconstruyó en 1770 cuatro años después de que una riada destruyera la ermita románica que se asentaba sobre la presa romana. Su decoración deja ver influencias del decorado de la Basílica del Pilar de Zaragoza. Destaca la azulejería de Muel, una talla gótica de madera de la Virgen y un cuadro de San Jerónimo de Joaquín Pallarés, entre otras obras.

La presa romana de Muel fue la más grande de Europa en su época. Belén Cabetas

La ermita forma parte del conjunto patrimonial y cultural junto a la presa romana y el parque natural donde el agua es el hilo conductor. Caracterizan a la presa sus grandes dimensiones con sus ocho metros de altura y siete de anchura. El vaso, que en la actualidad está colmatado, ocupaba ocho hectáreas. Fue la más grande de Europa en la época y hoy se puede ver el muro de contención y su parte posterior. La presa se construyó en torno al siglo I a.C. para encauzar las aguas del río Huerva.

El parque natural de Muel completa un ameno y reconfortado paisaje, situado al pie de un acantilado y alegrado por las cascadas naturales del Huerva. Destaca por una singular belleza, fruto de su asentamiento y humedad natural, sus cabezos que forman un desfiladero y pintorescos desniveles. Sobre el parque se sitúan las ruinas del Castillo de los Marqueses de Camarasa. Los muros visibles pertenecieron a una fortaleza de origen musulmán y un palacio construido junto a este, en el siglo XVII.

Muel se encuentra en un enclave privilegiado y el agua es la protagonista del parque natural convertido en un paraje de ocio. Por un lado, brota desde el fondo del estanque después de un largo viaje subterráneo a través de las rocas y, por otro, cae en cascadas, proveniente de la canalización artificial del Huerva que bordea el castillo. 

Además, Muel esconde otros rincones de singular belleza. Como la iglesia de San Cristóbal. La torre mudéjar destaca sobre todo el edificio. Es el único testigo de la existencia de un templo con orígenes más antiguos. Fue reformado en 1706 según los patrones de construcción de la época, imprimiéndole un fuerte carácter barroco. 

Otro lugar con encanto es el arco mudéjar bajo una vivienda de la calle Mayor. Fue parte de una de las entradas de la villa durante la Edad Media y es vestigio de la única puerta de todas que se ha conservado. También es digno de admirar las Casas Palacio en la plaza de España, edificio del siglo XVI de tres plantas de estilo renacentista aragonés. Para que la escapada sea completa, el visitante puede callejear por sus calles estrechas y degustar las creaciones artesanales y gastronómicas elaboradas en los bares, la Panadería Loras y la Fonda Rubio.

Cascadas bajo las ruinas del Castillo de los Marqueses de Camarasa. Ayuntamiento de Muel

Además de su rico patrimonio, la cerámica de Muel es símbolo de identidad. La historia de los alfares comenzó en 1048 cuando llegaron a la Saraqusta musulmana los primeros azulejos fabricados en esta villa. Hoy su cerámica es reconocida a nivel nacional e internacional. Para conocer este oficio se pueden visitar la escuela-taller y los cuatro talleres donde sus alfareros explican con pasión la precisión con la que se fabrican las piezas como lo hacían los maestros de épocas pasadas.

Visita guiada a la ermita

El Ayuntamiento de Muel ofrece visitas guiadas a la ermita los fines de semana y festivos. No es necesario reservar, solo acudir a la entrada del templo, a uno de los cuatro pases (a las 10.15, 11.15, 12.15 y 13.15 horas), y disfrutar entre otras joyas de las pinturas murales de Goya. 

La Ermita Virgen de la Fuente, la presa romana y el parque natural, como principales atractivos turísticos, «son testigos, nunca mudos, del paso de los siglos», comenta Marta Rubio, guía de estas visitas y gran conocedora del legado patrimonial, histórico y cultural de Muel.