Tendencias inmobiliarias en las segundas residencias

La ‘playa de Aragón’ empieza a acusar el relevo generacional

Numerosos propietarios de segunda y tercera generación se lanzan a vender o alquilar sus apartamentos en la Costa Dorada

Un apartamento reporta «entre 90 y 150 euros al día» si se alquila en agosto

El alquiler se ha convetido en una de las opciones preferidas de los aragoneses que ya no usan su apartamento.

El alquiler se ha convetido en una de las opciones preferidas de los aragoneses que ya no usan su apartamento. / EL PERIÓDICO

David López

David López

Ya han pasado varias décadas desde el boom que supuso para Aragón encontrarse con la oportunidad de invertir en adquirir segundas residencias en localidades como Salou, Cambrils, La Pineda y todo el entorno de la Costa Dorada tarraconense. Un estallido que revolucionó el mercado inmobiliario en la zona y que convirtió por mucho tiempo a este tramo del litoral mediterráneo en la llamada playa de Aragón. Pero el paso del tiempo y todo lo que ha ocurrido allí y en las familias que abrazaron la ocasión entonces han conllevado un cambio de tendencia que en estos últimos años abocan a una «crisis» en lo que siempre les ha unido a esos apartamentos. Tanto que ahora, en algunos casos se están poniendo en venta y, en mayor medida, lanzado al alquiler por las segundas y terceras generaciones de aquellos primeros dueños en la zona.

Estos auténticos imanes del turismo nacional e internacional en nada se parecen a lo que eran en los años 60 y 70, y los hijos, nietos e incluso bisnietos están dando una continuidad desigual a lo que siempre se ha visto casi como una tradición familiar o «vínculo sentimental» que es el que, ahora, en muchos casos les lleva a resistirse a desprenderse de esos apartamentos.

EL PERIÓDICO DE ARAGÓN ha hablado con unos y con otros, y la percepción mayoritaria es que esa supuesta crisis en la relación Aragón-Costa Dorada «ya empezó hace unos años y está yendo silenciosamente a más».

Pero a nadie se le escapa que la oportunidad en estos momentos, con un mercado al alza en cuanto a pretendientes y a precios, no es nada desdeñable para unos inmuebles a los que ya no se les da el mismo uso que antes. El otro motivo por el que se prefiere arrendar antes que vender es que «con la vivienda ya pagada, el coste de mantenerlas es mínimo en comparación con los ingresos adicionales que se pueden obtener de ellos».

Muchas llamadas

Así lo atestiguan los expertos del sector inmobiliario que trabajan a diario con clientes que quieren poner en venta o en alquiler desde Aragón alguno de estos inmuebles, y con personas, de Aragón y de otras comunidades, que también les llaman interesados y a la caza de alguno de los que estén disponibles. EL PERIÓDICO DE ARAGÓN ha hablado con unos y con otros, y la percepción mayoritaria es que esa supuesta crisis en la relación Aragón-Costa Dorada «ya empezó hace unos años y está yendo silenciosamente a más».

«Hay muchos aragoneses que ahora sí se plantean que con lo que pueden sacar durante los meses de verano les da para obtener el dinero que necesitan para los pagos obligatorios de todo un año», explica Joan Calvet, presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de la Costa Dorada.

Así a vuela pluma, y teniendo en cuenta que cada inmueble es un mundo, por un piso de una habitación se puede estar pagando unos 800 euros al año de Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) al ayuntamiento, unos 40 por el recibo del agua y la recogida de basuras, y los gastos de comunidad –estos tienen una horquilla muy amplia– elevan la factura por encima de los 1.000 euros anuales y casi siempre por debajo de los 2.000, en el caso de los aragoneses. Pues bien, por un alquiler en agosto, temporada alta en toda la zona, se pueden obtener «entre 90 y 150 euros al día» por el alquiler del apartamento.

Un apartamento a la venta en Cambrils, esta semana.

Un apartamento a la venta en Cambrils, esta semana. / EL PERIÓDICO

Serían más de 4.000 mensuales en el mejor de los casos, por encima de los 10.000, aseguran los expertos, si se arrienda para los tres meses del verano, y aún daría para reservarse unos días para el disfrute propio. Todo el verano alquilado, en tres meses reportan suculentos ingresos dejando otros nueve para mantener esas escapadas esporádicas de familiares y amigos en la zona.

El traspaso tampoco es nada desdeñable. Hay muchos ejemplos de casos prácticos, sobre todo en Salou y Cambrils. Dos localidades a las que les une otro factor que es un denominador común para muchas de estas operaciones: el turismo actual es más agresivo que hace décadas, las playas están más masificadas y muchas de las calles y zonas enteras que el siglo pasado eran calmadas, tranquilas, ahora están permanente abarrotadas, se han llenado de locales que, especialmente las que soportan los negocios de ocio nocturno, generan más ruido y comportamientos incívicos. Nada recomendable para el descanso veraniego ni para unas idílicas vacaciones con niños pequeños. Eso ha influido a la hora de dar el paso.

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Turistas y ocio nocturno

Una familia con la que ha contactado este diario, por ejemplo, en los años 90 adquirió en 1992 un apartamento en Salou que tenía 4 habitaciones y estaba ubicado en la calle Carles Buïgas. Ni siquiera fueron los primeros propietarios aragoneses de ese inmueble que adquirieron por 4,5 millones de pesetas, unos 27.000 euros actuales. Y recuerdan todos cómo «Antonio Banderas inauguró la discoteca que se abrió justo enfrente del apartamento».

Eran otros años. Ahora esa misma calle es uno de los epicentros del trasiego de turistas y visitantes, el ocio nocturno sigue instalado y se ha ampliado con más y más bares y locales. El desenlace de su historia con el municipio llegó en 2019, con una venta por 90.000 euros que, según aseguran los expertos «hoy podría superar fácilmente los 150.000 euros» tal y como está el mercado en la zona.

Una familia aragonesa adquirió un apartamento en 1992 en Salou por 4 millones y medio de pesetas (unos 27.000 euros) y lo vendió en 2019 por cerca de 90.000 euros.

Habrían sido 60.000 euros más de haber esperado tres años. Eso sí, tras una pandemia que fue demoledora en la zona de la Costa Dorada con las múltiples restricciones a la movilidad, y un 2022 que se notó un aluvión de visitantes. «Parece que mucha gente quería desquitarse, en este 2023 el verano está volviendo a ser el que era», explican las inmobiliarias.   

Sin embargo, no es que Aragón haya decidido romper con la Costa Dorada, ni mucho menos. De hecho los hay que reconocen estar buceando en los portales inmobiliarios ofertas atractivas de pisos para adquirir, aunque los elevados tipos de interés hipotecario y la escalada del euribor ha frenado esa euforia, apostillan las inmobiliarias, que también apuntan a otra tendencia creciente en la zona: «el potencial inversor de los extranjeros está siendo muy fuerte. Hay interesados en comprar esos apartamentos a tocateja». Y el principal problema que adolecen algunos es que se han quedado anticuados esos pisos y quien no invierta en reformarlos puede que no consiga colocarlos. 

Un ‘imán’ en la Costa Blanca y cinco años de sobresaltos

La Costa Dorada, al igual que prácticamente todo el arco mediterráneo en España, está de dulce este año y el anterior. El final de la pandemia se ha traducido en un repunte del interés inversor y para atraer más visitantes incluso que antes. Y en ese contexto, ni a Salou ni a Cambrils les preocupa que la tendencia aragonesa vaya a la baja en cuanto a planificar sus vacaciones en sus playas. Como muchas inmobiliarias del sector apuntan, «hay Mediterráneo para todos». Ni siquiera están preocupados por la creciente competencia que está habiendo con municipios de la Costa Blanca castellonense, de cara a atraer al visitante aragonés a su zona. Son muchos los que han cambiado Salou y Cambrils por Peñíscola, Benicarló, Oropesa, Vinaroz o Alcoceber... ¿La nueva playa de Aragón está en la Comunidad Valenciana? Habría que verlo, pero desde luego no hay gangas en el litoral como las que hubo en los años 60 y 70 del siglo pasado en la Costa Dorada.

Esa competencia con los destinos de la costa castellonense es solo un fenómeno más que han podido influir en el momento actual que vive esa relación entre los aragoneses y la Costa Dorada, ese relevo generacional que mira para otros lados a la hora de buscar segundas residencias o veranear. Otro de los condicionantes, sin lugar a dudas, es la amenaza independentista. En octubre de 2017, Cataluña vivía el polémico referéndum y posterior declaración unilaterial de indepencia que no invitaba en absoluto a poner los ahorros en un apartamento en Tarragona. Esa incertidumbre y riesgo en la inversión supuso un frenazo importante, reconocen desde el sector inmobiliario (que evitan hablar de cuestiones políticas), y un paso atrás en la confianza de los aragoneses a la hora de planificar el futuro de los inmuebles que tenían en propiedad.

Son muchos los que han cambiado Salou y Cambrils por Peñíscola, Benicarlo, Oropesa, Vinaroz o Alcoceber... ¿La nueva playa de Aragón está en la Comunidad Valenciana?

Meses atrás, en agosto de ese mismo año, el atentado yihadista, primero en Las Ramblas de Barcelona y luego en el paseo marítimo de Cambrils, supuso también un varapalo importante para esa relación aragonesa con la Costa Dorada que, ahora desde la zona, seis años después, aseguran que «ya está más que superado». «La gente se ha dado cuenta que estos episodios son algo puntual, no pasan todos los años aquí», destacan desde el sector inmobiliario y turístico de la Costa Dorada. No en vano, también los hay que fueron incluso testigos de lo ocurrido que siguen sin pisar la zona seis años después. Como para invertir en comprarse un apartamento.

Y el último sobresalto llegó con la pandemia del coronavirus, en 2020 y 2021 especialmente, cuando las restricciones a la movilidad demostraron a muchos aragoneses que en estos casos pueden estar muchos meses sin poder ir al apartamento a ver cómo está. ya no a disfrutarlo. El estado de alarma conllevó la incertidumbre de no saber si acusarían de alguna manera esa larga ausencia de los dueños y la impotencia de ni siquiera poder acercarse a cerciorarse. Aunque eso quizá sea el sobresalto que menos mella haya hecho, algunas ventas han salido tras el parón que supuso el covid.