SUCESOS EN ARAGÓN

El joven que prendió fuego al piso de su madre en Zaragoza no ingresará en prisión

Se le rebaja la pena al reconocer que era drogadicto y sufría una "psicosis anfetamínica"

Acepta tres años de cárcel, pero cumplirá solo dos en un centro de desintoxicación

A juicio en Zaragoza por incendiar la casa de su madre tras una "psicosis anfetamínica"

S. R. J., de 30 años y nacionalidad española, ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza.

S. R. J., de 30 años y nacionalidad española, ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza. / EL PERIÓDICO

El Periódico de Aragón

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Bajo los efectos de una «psicosis anfetamínica» e «insomnio total», S. R. J. (España, 1992) prendió fuego en mayo de 2020 al piso de su madre ubicado en la calle La Paz de Zaragoza. El consumo de anfetaminas y cannabis redujeron su capacidad cognitiva y volitiva hasta el punto de «ver y sentir cosas raras» y clavarle un destornillador a los agentes que trataban de rescatarle de una vivienda ya invadida por el humo. Ayer, este joven de 30 años reconoció los hechos ante el tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Zaragoza y aceptó una pena de tres años de cárcel como autor de un delito de incendio. No ingresará en prisión porque, de acuerdo al artículo 99 del Código Penal, procede la aplicación preferente de la pena accesoria de dos años de internamiento en un centro de deshabituación de drogas. Es decir, en lugar de en la cárcel pasará dos años desintoxicándose.

El informe elaborado por el servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Miguel Servet de la capital aragonesa acredita que el consumo de estupefacientes le llevó a creer «que su madre estaba secuestrada en una casa vecina». Las citadas manifestaciones han justificado la aplicación de la eximente incompleta por drogadicción, por lo que este joven de 30 años también deberá someterse a tratamiento médico externo psiquiátrico y de deshabituación por tiempo de cinco años. Sobre él pesa ahora una orden de alejamiento de 100 metros durante cinco años con respecto a la casa donde originó el fuego, concretamente, el número 11 de la calle La Paz.

Por el delito de atentado a agentes de la autoridad, el ahora condenado deberá abonar una multa de 480 euros a razón de una cuota diaria de cuatro euros durante cuatro meses. Y, por el delito leve de lesiones, la multa asciende a 120 euros a razón de una cuota diaria de cuatro euros durante un mes. El pago de las costas procesales, incluidas las de la acusación particular, también correrá a su cargo.

Estos fueron los términos del acuerdo al que llegaron ayer el ministerio fiscal, las acusaciones y la defensa ejercida por Raquel Ginés, que también incluye las correspondientes indemnizaciones a cuatro compañías de seguros por los daños ocasionados en el edificio. En total son casi 50.000 euros a tenor de los 40.306 que deberá abonar a Segur Caixa; 3.997 euros a Reale; 1.372 a Caser, y 891 a Allianz.

La sentencia, que fue dictada in voce por la magistrada presidenta del tribunal provincial, María José Gil Corredera, es firme porque las partes señalaron que no presentarán recurso de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA).

Tal y como reconoció ayer al aceptar el acuerdo, S. R. J. comisionó a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía hasta su domicilio porque temía por la vida de su madre al encontrarse esta última en casa de su tía. Mientras los policías se dirigían a esa vivienda, el encausado aprovechó para prender fuego a las cortinas del salón de su casa y avivó las llamas echándoles ropa. Decidió encerrarse en casa, no abrió las puertas del domicilio a pesar de los requerimiento de los agentes y, finalmente, accedieron gracias a la llave que les facilitó la madre.

Le encontraron escondido en una de las habitaciones al mismo tiempo que el humo ya invadía todas las estancias de la casa. No aceptó ser reducido por los agentes, incluso le clavó un destornillador a uno de ellos y ambos se cayeron por las escaleras. En ese momento ya no había tiempo para desalojar al resto de vecinos, a quienes los agentes aconsejaron poner una toalla bajo las puertas mientras esperaban a que los bomberos extinguieran el fuego y ventilaran todos los pisos.