DIRECTOR: Robert Benton

INTERPRETES: Anthony Hopkins, Nicole Kidman

PAIS: EEUU AÑO: 2003

CINES: Augusta, Cervantes

Robert Benton ha adaptado de forma suave, aunque no siempre equilibrada, la dura novela de Philip Roth. Uno de los reclamos de la película es, por supuesto, el enfrentamiento de actores entre Anthony Hopkins y Nicole Kidman, pero varias cosas fallan para que ese duelo en la cumbre acabe de funcionar.

La primera, y más importante, es que Benton se centra esencialmente en aquel hecho del pasado que da título a la película, La mancha humana , y que no es otra cosa que la gran mentira en la que ha vivido el personaje de Hopkins.

El viejo profesor universitario, que ha sido acusado de utilizar un término racista en una de sus clases --razón que precipita, entre otras cosas, la muerte por embolia de su esposa--, ha ocultado a todo el mundo sus orígenes raciales, haciéndose pasar por judío cuando en realidad lleva sangre negra en sus venas. Este elemento es suficientemente fuerte para vampirizar toda la trama, por lo que la relación que, en el tiempo presente, mantiene el exprofesor con una mujer joven de vida turbulenta flaquea en todos lo sentidos.

El segundo aspecto importante para que La mancha humana no logre todos sus propósitos es que Nicole Kidman no está a la altura de las circunstancias. Desdibujado su personaje en el guión, la actriz australiana no puede, o no sabe, darle mayor empaque, y por ahí flojea mucho el conjunto.

Pero no todo es desacertado. Benton sigue al pie de la letra el discurso políticamente tan poco correcto de Roth: la historia acontece poco después del asunto entre Clinton y la becaria Monica Lewinsky, motivo de comentarios sibilinos. Del mismo modo, el término teóricamente racista que emplea Hopkins --hablar de dos alumnos siempre ausentes como personajes oscuros, sin saber siquiera que son negros--, conlleva una crítica exarcerbada de la neurosis colectiva de una sociedad tan vacilante como la estadounidense.