Y recordad, en vuestras manos está conseguir que la llama del ballet que nosotros mantenemos viva ahora, no muera cuando nosotros nos vayamos . Estas fueron las palabras elegidas para poner fin a un cuento que ayer hizo viajar al universo de la danza a los casi 600 niños que abarrotaban el Teatro Principal. Los bailarines del Ballet de Zaragoza y los alumnos del Conservatorio Municipal profesional de Danza fueron los protagonistas de una historia en la que se enseñaba a bailar y amar esta afición que, en muchos casos, se convierte en pasión.

Desde que el pasado 31 de enero, alrededor 3.300 alumnos de 2º y 3º de Primaria y de 1º y 2º de Secundaria de diferentes colegios de Zaragoza han participado en las Jornadas de Introducción a la Danza. Ayer fueron los alumnos de Santa Ana, La Almozara, Cortés de Aragón, Infanta Elena, de Utebo, Nuestra Señora del Carmen, María Moliner, Miguel Catalán y Cardenal Xavierre Dominicos. Todos ellos disfrutaron de lo lindo con la representación o al menos así lo demostraron sus aplausos y gritos enérgicos al finalizar la función. Para los miembros del ballet esta es una de sus últimas actuaciones ya que el gobierno municipal de Zaragoza decidió a principios de febrero poner fin a su trayectoria en el mes de junio. Además, cabe la posibilidad de que se suspendan las actuaciones previstas hasta entonces. "Es muy duro actuar cuando sabes lo que está pasando. Nos da una pena horrible", cuenta Marilo Jimeno una de las bailarinas que, al igual que sus compañeros, ha dado su "vida" por la compañía. "¿Para qué ha servido tanto sacrificio?", se pregunta esta joven zaragozana.

No obstante, ella explica que, a pesar del ambiente de decepción y frustración que reina en el Ballet, "somos profesionales y vamos a actuar dignamente". Para ella estas jornadas son muy significativas ya que fueron las causantes de que se adentrara en la danza cuando apenas tenía 7 años. Algo parecido le ha ocurrido a Cristina Velázquez, una alumna de Primaria de los Dominicos, que confiesa que le va a pedir permiso a su madre para poder apuntarse a clases. "Me ha gustado mucho y quiero aprender", explica la niña. Diferente es el caso de su compañero Adrián Romero quien asegura que, aunque disfrutado con lo que ha visto, "no le han convencido" para bailar.

Quizá algunos chavales salieron ayer del Principal pensando como él. Pero seguro que la mayoría disfrutó con la clase de danza a la que asistieron en directo, de la mano de los alumnos del conservatorio, y con la representación del primer acto del Cascanueces , de Tchaikovsky. Para los bailarines del Ballet es una forma de despedirse del público, dejándoles su legado.