TITULO: Imágenes para el recuerdo. Antológica (1964-2005)

AUTOR: Pascual Blanco

LUGAR: Palacio de Sástago (Coso, 44)

FECHAS: Hasta el 24 de abril

HORARIO: De martes a sábado, de 11.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00 horas

ORGANIZA: Diputación Provincial de Zaragoza

Ahí están esas figuras humanas entre tortuosas y sonámbulas, cuyas formas anatómicas fueron creadas así de puras y desnudas para habitar el paraíso, en acuerdo plástico con él. Y en él reposan ahora apacibles pero como apesadumbradas, con el rostro vuelto o velado por nadie sabe qué culpa.

Pascual Blanco se retrata él mismo en esos hombres: "Estoy lleno de dudas horribles y a la vez soy muy duro y objetivo" ha revelado. La dureza terca de no querer eliminar la forma, el no atreverse a dar el salto, no se sabe si por haberse habituado a realizar figuras o por no querer ser un abstracto más. Y forcejea con la forma armado con una frase de Auguste Rodin: "En el arte no puede haber lo que sonríe sin motivo, lo que se amanera sin razón, lo que se arquea y se geometriza sin causa".

Por eso sus cuadros tienen el estigma de Sísifo, la tarea del héroe, la dificultad para materializar el sueño, un esfuerzo sin fin que le lleva al trabajo autoimpuesto de ensayo y error en tres versiones, la primera abocetada al gouache, la segunda por grabado al aguafuerte sobre plancha de zinc y la versión tercera en óleos de gran tamaño, legitimados al fin en esa larga penitencia.

Pero por debajo de esta corteza dura y existencial de Pascual Blanco, antiguo pintor de paredes y muralista en ciernes, está la virtud purísima de una mano maestra y suya que guía los perfiles humanos. Esa simplicidad desnuda, clara y frágil de las líneas, ese movimiento y belleza que devuelve a sus figuras la dignidad y el merecimiento de habitar esas frondas matissianas arquetípicas. También Miguel Angel se atrevió a darle al hombre más peso plástico en la balanza que el de todas las culpas del mundo.