Figura imprescindible de la salsa, Rubén Blades deleitó el jueves a los 600 espectadores que acudieron a la jornada inaugural del festival Pirineos Sur, donde el artista panameño brindó una soberbia actuación a pesar de las inclemencias meteorológicas que caracterizaron la velada. "Estamos impresionados por el frío, ¡Y eso que es verano! El calor lo tendrán que poner ustedes", señaló Blades al público. Pero ni todos los inconvenientes del mundo habrían doblegado el ánimo de Blades, impagable maestro de ceremonias que agasajó a los presentes con una manta cálida y salsera, combinación que el artista ha desarrollado durante sus cuarenta años de exitosa carrera profesional.

A punto de entrar en la edad de jubilación, Blades muestra una vitalidad que para sí quisieran muchos jovenzuelos. No había forma de resistirse a sus pasos de baile, sus gestos o sus ya sempiternas maracas, acompañadas a la perfección por la Orquesta de Roberto Delgado.

La rosa de los vientos fue la pieza encargada de abrir el repertorio, una locomotora desbocada que avanzó al ritmo de Decisiones y Plaza Herrera, particular homenaje de Blades a su barrio de toda la vida, el mismo en el que ha residido desde que llegara al mundo en 1948. Blades estremeció a sus seguidores con Las calles, una composición de índole social que enlazó a las mil maravillas con Ligia Elena. "Ojalá venga el día en que se valore a la gente por su carácter, no por el color de su piel", proclamó. Cuentas del alma marcó el principio del fin, al que se llegó con Muévete y Pedro Navaja, canción que convirtió a Blades en una estrella mundial.

Antes había sido el turno al veterano flautista lisboeta RÒo Kyao.