Las cajas antológicas de gran formato parecían patrimonio exclusivo de artistas con largas trayectorias: ahí están los boxsets de Neil Young, Frank Sinatra o Caetano Veloso, o las integrales, tan comunes en el mercado francés, de artistas venerables como Jacques Brel o Serge Gainsbourg. Pero, claro, estas eran las reglas de juego comunes antes de la aparición en escena de Rufus Wainwright. ¿Cómo un artista con solo seis trabajos oficiales de material original puede publicar una caja que triplica ese contingente de obra y ofrece 19 volúmenes, incluyendo discos y DVD? Así es House of Rufus, que se pone hoy a la venta en todo el mundo. Un mamotreto de alto estánding que pone en circulación todo el material posible del artista, incluidas maquetas primerizas, colaboraciones hasta ahora desperdigadas en discos ajenos, documentales, entrevistas y rarezas de diverso pelaje.

Una obra que contiene un libreto de 90 páginas con tapas de terciopelo rojo y textos de su hermana Martha, Neil Tennant (Pet Shop Boys), Linda Thompson y el productor Lenny Waroker, que le ofreció el primer contrato discográfico tras escuchar las grabaciones que le envió Van Dyke Parks. Objetivo: abrumar al fan. Y violentar su economía.

ARTEFACTO PARA FANS House of Rufus puede ser interpretado como la última muestra de megalomanía de un artista que ha abanderado la exquisitez, el barroquismo y el exceso. Un lanzamiento que ignora las directrices comerciales de estos tiempos de crisis (su precio no baja de los 180 euros) y que parece destinado al núcleo duro de sus seguidores. Pero quienes se atrevan con él, lo cual no es obligatorio, tendrán todas las piezas para completar el retrato integral de Wainwright desde sus actuaciones en el Café Sarajevo, de Montreal, hasta la ópera Prima donna y las sesiones de Songs for Lulu. Por ahora, la edición del boxset se ha limitado a un total de 3.000 ejemplares.

House of Rufus ofrece 13 compactos y seis DVD. Para empezar, los seis discos oficiales de estudio, casi todos ellos con extras: tomas radiofónicas, versiones alternativas, maquetas y registros en directo. También están ahí los discos Rufus does Judy at Carnegie Hall (dos volúmenes) y Milwaukee at last!!! (en CD y DVD; este, ampliado), ambos en directo. Luego tenemos varios compactos temáticos. Uno dedicado a 15 piezas para bandas sonoras, entre ellas sus adaptaciones de Hallelujah, de Leonard Cohen (para Shrek), y Across the universe, de John Lennon (de Yo soy Sam). Otro para las colaboraciones, en el que figura una grabación nueva, una versión de Down where the drunkards roll, de Richard Thompson, a dúo con su padre, Loudon Wainwright II, además de sesiones con los integrantes del clan familiar (su fallecida madre y su tía, Kate y Anna McGarrigle; su hermana Martha) y amigos (Pet Shop Boys, Burt Bacharach, David Byrne, Teddy Thompson). Uno de los compactos está dedicado a rarezas e incluye 16 canciones inéditas o de difícil localización (bonus tracks de ediciones japonesas y americanas, la pieza promocional Ups and downs, la exclusiva de iTunes Cowboy song). Otro se centra en 12 maquetas originales de piezas de sus primeros tiempos, como Beauty Mark, Matinée idol y April fools, así como algunas tomas en directo seminales.

House of Rufus puede aplastar al fan más completista, e invita especular con un fin de etapa para el artista. Quizá sea un punto y aparte. "Ahí está el Rufus que se abrió paso hasta conquistar el mundo", parece decirnos.