Apuntando hacia récord de asistencia. A falta de datos definitivos, el promotor de Monegros Desert Festival, Juan Arnau, así lo apuntaba ayer poco después de empezar el festival: "Tenemos confirmados 41.000. Es de los mejores años del festival". Y lo cierto es que el aspecto de la finca era pletórico, pero sin agobios, espacio para todos para bailar durante 20 horas de forma ininterrumpida: "Es lo que hemos buscado con la reorganización de escenarios. Que la gente esté cómoda. Y parece que lo hemos conseguido".

El tiempo también acompañó. Porque la tarde del sábado fue relativamente calurosa. Apenas 30° y el viento soplando, levantando ese polvo estepario que no molesta porque en mitad del desierto todo vale. Monegros es un festival consolidado, una maquinaria imponente que rueda ya por inercia positiva. No es para menos, son 17 ediciones con la del 2011. Filas en los accesos las había, pero con toda naturalidad. Quien más quien menos anda prevenido por experiencia propia o por lógica pura. Y eso que este año, la Guardia Civil andaba redoblando esfuerzos ya que mientras miles de coches particulares peregrinaban al festival para bailar como posesos, en los caminos de Candasnos andaban a toda velocidad los bólidos de la Baja Aragón, que celebraba una de sus etapas precisamente en esta zona, con el personal jaleando a los Shleseer y compañía.

Conste que en el ambiente flotaba un halo diferente al de otras ediciones. ¿El motivo? David Guetta. El francés es ciertamente una estrella de las pistas discotequeras de todo el mundo, pero su llegada a Monegros les sonaba a muchos como un elefante pateando los jarrones Ming de una sala de museo. A la vieja guardia, Guetta le parece un ultraje, pero la organización a los hechos se remite: "Tenemos casi 10.000 personas más que el año pasado. Hemos acertado", sentenciaba uno de los responsables del festival. Cierto. Guetta demostró en Monegros un tirón comercial que puede no gustar a los puristas, pero este evento es un negocio. El aterrizaje de Guetta supuso un empujón mediático y económico. Es más, rejuveneció aún más a la clientela, cuya media de edad descendió unos cuantos años. Y también influye el impacto de la drum & bass, estilo que ha venido para quedarse a Monegros y que artistas jovenzuelos como Camo & Krooked manejan con solvencia insultante.

BUENA MÚSICA Pero Guetta no lo fue todo en esta edición de Monegros. Ni mucho menos. En el escenario central (más humilde que otros años en la producción) Frovolous dio buena cuenta de su sesión con una selección ciertamente pausada, pero con gusto. Y dio paso a un inspiradísimo Luciano, capaz de romper el atardecer fragatino con tensión rítmica, pero sin violencia. Sorpresa agradable fue el set de Salvatorecoco en Red Bull Academy, con un ejercicio tan duro como bailable. RapsusKlei impuso su rap nacido en el zaragozano barrio de la Magdalena. O Mulero, con melena, a quien no le pesan ni los años ni la cantidad de Monegros que lleva a sus espaldas. Es todo un clásico.

Y mientras la muerte de Amy Whitehouse comenzaba a saberse en pleno desierto aragonés a miles de kilómetros del suceso, ya sin sol, el frescor del viento obligaba a enfundarse chaquetas y jerseys. Por delante, horas y horas de electrónica en todos su pelajes, rap y demás. En el line up quedaba por disfrutar las excelencias de los Hawtin, Cox, Osuna, Brondiski y compañía. Más de 60 artistas para otro Monegros redondo. A pesar de los recortes en producción, un exitazo.