El mayor recuerdo de sus veranos era de Carlos. Era boy scout como él y tenía una habitación para él sólo. Pasaban muchos ratos juntos, se tumbaban al sol, buscaban salitre para hacer pólvora negra, perseguían a pollos con un coche teledirigido por el pasillo. También frecuentaban la biblioteca pública, se obsesionaban con ser espías y pasaron varios campamentos en el valle de Benasque con los scouts. Con el tiempo perdieron la relación, pero la nostalgia de aquellos días no se le ha olvidado a Ismael Grasa, uno de los autores del especial de verano de la edición española de la revista Letras Libres, heredera de la publicación Vuelta de Octavio Paz. Bajo el título Veranos de infancia reúne cuentos de 16 autores, cuatro de ellos aragoneses: Félix Romeo, Eva Puyó, Ismael Grasa y Daniel Gascón. Además, escriben Andrés Barba, Jorge Carrión, Mercedes Cebrián, Borja Cobeaga, Enrique de Hériz, Nuria Labarri, Miguel Ángel Muñoz, Elvira Navarro, Jordi Puntí, Llucia Ramis, Gonzalo Torné y Berta Vias Mahou.

Un accidente de kart, largas horas en el coche, el miedo al corte de digestión o el mundo rural frente al apartamento playero. Eso y mucho más incluye este volumen, presentado el jueves en la librería Portadores de sueños, por los aragoneses participantes y Ramón González Férriz, director de la edición española de la revista, cuyo objetivo es mostrar una mirada mucho más amplia de las cosas, representando una libertad literaria, individual y de creación que muchas otras no tienen.

Veranos de infancia es el conjunto de 16 relatos en los que los autores narran algún recuerdo de verano, algunos en forma de memoria y otros en forma de cuento, siendo así una experiencia más ficticia. Un verano en Teruel es el título del texto escrito por Daniel Gascón. Se trata de "un retrato de los niños y adolescentes de los 80", y es que los veranos infantiles se recuerdan mejor porque son "más largos y los contactos que tienes no son los del día a día. De pequeño no te parece que los sitios cambien, pero si te das cuenta de que conforme creces cambia tu percepción de ellos".

Muchos de los autores reflejan en estas vivencias cómo vivían sus veranos y se ven frente a las olas del mar o sentados en un muro del pueblos, pero también, ven la niñez de sus hijos ahora mismo, lo que da una visión más elaborada de cada relato.

En resumen, los primeros niños que crecieron en democracia cuentan indirectamente cómo veían de lejos que algo estaba pasando y que sus padres hablaban de cosas raras mientras ellos jugaban con la pelota de Nivea y esperaban a meterse en el agua para evitar el temido corte de digestión.