El polifacético violinista Ara Malikian cierra hoy (23.00) el Festival de Alcañiz con su concierto Colores después de una gira por Francia. El armenio-libanés presenta un espectáculo que responde a un viaje musical inspirado en la senda de los zíngaros, desde la India a través de Europa y llegando a España, donde surge el flamenco. Una mezcla de influencias que llenan de ritmos diferentes un concierto en el que también intervienen Humberto Armas, viola, Luis Gallo, guitarra, Nacho Ros, contrabajo y Nantha en las tablas hindúes. "No es una fusión. El violín tiene el hilo conductor de las músicas. Hemos adaptado todas las piezas para poder tocarlo con nuestros instrumentos", cuenta el violinista.

No es la primera vez Malikian visita Alcañiz. "Siempre es un placer estar en Alcañiz y reencontrarme con el público. Siempre me emociono cuando estoy allí e intentaremos transmitirle eso al público", asegura.

El artista empezó a tocar muy temprano por iniciativa de su padre. "Mi padre me puso un violín en la mano cuando era muy pequeño y desde entonces no he dejado de tocar. Llevo en la música toda mi vida, el primer concierto lo di a los 12 años y desde ahí no he parado", afirma.

EL FAVOR DEL PÚBLICO Malikian inició sus estudios profesionales a los 15 años pero, a pesar de haber recibido todo tipo de influencias y haber estudiado en las mejores escuelas de música, el polifacético violinista asegura que "un músico continúa estudiando toda la vida".

El intérprete, ganador de numerosos premios internacionales, tiene en consideración al público y no cree posible el desarrollo de la música clásica sin este. "Los premios no es lo que motiva de verdad, debe motivar más tocar conciertos, sentir el público, estar presente y sentir el escenario. Es por eso que somos músicos y aunque con los premios siento felicidad, el objetivo es tocar y ser feliz tocando". Además, para que se dé esta conexión entre público y artista, Malikian cree que "el público tiene su parte, tiene que haber una energía que fluya entre ambos y si no hay este cariño entre los dos, la actuación queda coja".

Aunque el músico afirma que toca para sí mismo, también reconoce que "uno puede tocar maravillosamente para sí mismo pero si nadie lo disfruta no sirve para nada". Para romper las barreras que en la música clásica separan a público y músicos, el violinista propone "acabar con la arrogancia por parte del artista y para que los espectadores pueden acercarse a él". "El trabajo que hay que hacer no es del público, es de los artistas", explica Malikian.