El escritor argentino Ricardo Piglia ganó ayer el Premio Hammet de novela negra de la Asociación Internacional de Escritores Policiacos por su obra Blanco nocturno, en la que hace un retrato de la sociedad rural de su país a partir de la investigación de un asesinato. El jurado reunido en la Semana Negra de Gijón, formado por Elia Barceló, David Torres y Raúl Argemí, ha valorado los distintos planos de la narración y el uso de un lenguaje coloquial. Al premio también optaba el aragonés Juan Bolea.

Blanco nocturno (Anagrama) sorprendió al jurado con una trama directa y compleja que desnuda traiciones y negociados, pasiones y trampas, en la que quien parece a todas luces ser el culpable verdadero de un crimen es solo un chivo expiatorio que oculta al verdadero asesino. Ambientada en las interminables llanuras de la pampa bonaerense a comienzos de los años setenta, la novela de Piglia retrata la vida en un clima sereno tradicional de los pueblos rurales y el infierno de las relaciones familiares, en un contexto sociopolítico complejo que refleja con mucha aproximación la realidad de Argentina en aquellos años. Es una novela negra en toda regla, porque parte de la investigación puramente policial de un caso para llegar "en un plano superior" a la denuncia social.

La obra narra el cambio de un país, que pasa de ser productor a la cultura de la especulación, que comenzó a gestarse a finales de los años sesenta y principios de los setenta con la dictadura de Onganía, y se asentó definitivamente con los militares en los ochenta y los gobiernos liberales posteriores. Al premio llegaron también como finalistas: El humo en la botella, de Juan Ramón Biedma; Cuadrante las Planas, de Willy Uribe; Todo es silencio, de Manuel Rivas; El cebo, de Somoza; y Orquídeas negras, de Juan Bolea.