Hablan de ello con una pasión que engancha y una alegría pueril que resulta atrapante. Son Santiago Arcusa y Cristina Mañeru, ambos miembros de la Asociación de Teatro Lírico de Zaragoza, una organización que se formó hace ahora 30 años. Tres décadas de existencia que celebran este sábado con concierto conmemorativo a modo de «paseo por nuestra propia historia». Será este sábado 17 a las 20.30 horas, y la sala Mozart del auditorio servirá de escenario para esta agrupación formada por voluntarios pero que no por ello deja de mostrarse profesional y talentosa. Su trabajo constituye todo un ejercicio de revalorización de la zarzuela que por el momento no ha dejado de llenar salas y teatros. «Lo que hacemos nosotros no lo hace nadie en todo Aragón», aseguran convencidos. Las entradas para el espectáculo están a la venta por un precio a partir de los diez euros.

El recital constará de varias partes diferenciadas en las que el Teatro Lírico cantará y «semiinterpretará» (el escenario de la Mozart no les permite desarrollar todas las escenas) primeramente las zarzuela madrileñas de La Gran vía, La verbena de la Paloma y Agua, azucarillos y aguardiente y después El huésped del sevillano y Los gavilanes. El broche final a esta gala de celebración la pondrá Gigantes y cabezudos, en la que los cantantes estarán acompañados por el Grupo folkórico d´Aragón. «Con los bailarines este tema queda espectacular. Es un tema muy nuestro, es puro Aragón. La gente se emociona muchísimo», explica Mañeru.

DIVULGACIÓN

Además de divertirse, que lo hacen, el otro gran y principal objetivo de esta asociación es la difusión de la zarzuela y su tradición. Ambos dicen que desconocían este arte tan español y castizo hasta que se integraron en Teatro Lírico, pero ahora defienden a capa y espada su trabajo. «Las instituciones nunca nos han respaldado. La zarzuela no es música con teatro, es teatro al que se le añade música», argumentan. Ahora ensayan siempre en el salón de actos del colegio Mayor del Carmen, donde también han realizado muchos de sus conciertos. Desde el año 2003, asimismo, cuentan con una orquesta de formación propia constituida por alumnos del conservatorio superior de música.

Tanto Arcusa como Mañeru han de compaginar su trabajo con los ensayos en el Teatro Lírico, que son una vez a la semana a no ser que haya alguna actuación próxima, cuando incrementan el número de reuniones. Él lleva ya 23 años en la formación y ella siete. Antes de entrar en el grupo Cristina Mañeru cantó en una coral durante 15 años. «Allí aprendí mucho pero se me hacía un poco repetitivo. Entonces oí hablar del Teatro Lírico y fui a ver un ensayo con una amiga. Cuando los vi me sorprendieron tanto y me parecieron tan buenos que pensé que no pintaba nada allí, intenté irme disimuladamente. Pero ahora mira», cuenta entusiasmada.

En la actualidad y «siempre» siguen buscando a gente para formar parte de su grupo. «La gente tiene la sensación de que somos inaccesibles, pero nada más lejos de la realidad. Si vienen con formación musical mejor, pero no es necesario. Hay que saber entonar y el resto se va aprendiendo. Cuando entras no tienes que hacerlo como el que mejor lo hace», explican.

La mayoría de sus actuaciones tienen lugar en los pueblos y en lugares «a los que no llegan las compañías profesionales». En estas salas suelen ir acompañados solamente por un piano, ya que no se pueden permitir económicamente desplazar a toda la orquesta. «En los pueblos lo normal es ver a la gente mayor llorando en sus butacas, porque recuerdan temas y soniquetes de cuando eran pequeños. Hay veces que cuesta cantar porque te emocionas», dice Arcusa, a lo que Mañeru añade: «La gente nacida en los años 60, como nosotros, tenemos en el imaginario recuerdos de nuestras abuelas y madres escuchando zarzuela en la radio. Cuando entré en el Teatro Lírico no sabía que conocía tantas zarzuelas». Sobre el prejuicio de que este es un género excluyente y para «gente mayor» ambos lo tienen claro. «La zarzuela no es elitista en absoluto. Es una expresión cultural muy popular. La gente joven cuando viene a vernos, además, se quedan embobados mirando y se enganchan».

Por delante tienen todavía muchos retos y proyectos. «Nos gustaría hacer un ciclo para niños. No sé si duraremos 30 años más, pero 20 seguro», comentan entre carcajadas.