El director de la Real Academia Española (RAE), el jurista Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, 1949), visitó ayer Zaragoza donde presidió un tribunal de tesis doctoral en la Facultad de Derecho.

-¿Qué tal sus primeros meses como presidente de la RAE?

-Muy bien, han sido de mucho trabajo. He tomado la Academia en un momento delicado desde el punto de vista de su posición financiera pero en todo lo demás es una Academia vibrante, vivísima, llena de prestigio y de fuerza. Por lo tanto, aplicando esto último, ha sido relativamente sencillo arreglar la situación económica para lo que hemos tenido una comprensión generosa e inmediata por parte del Gobierno.

-¿Se refiere a la partida de cinco millones de euros que le ha prometido el Gobierno a la RAE? ¿Con ese dinero se arregla el problema?

-No me gusta hacer declaraciones tan rotundas pero parece que está arreglado. Por lo menos está arreglado para bastantes meses.

-Ha insistido varias veces en que darle dinero a la RAE es invertir, no gastar...

-La Academia en sí misma es una institución tan importante que hay que mantenerla sostenida por el presupuesto del Estado en lo esencial para que pueda la Academia funcionar y tener atendidos sus gastos más generales. Así podrá dedicarse a lo que es, una institución que protege y regula la lengua de 570 millones de personas, este objetivo bien merece un apoyo.

-La vicepresidenta Carmen Calvo les encargó un informe sobre el lenguaje inclusivo para una reforma de la Constitución, ¿qué opinión tiene sobre este asunto?

-Para la Academia es un honor que la vicepresidenta del Gobierno haya decidido consultarle sobre este asunto que es una cuestión que preocupa a mucha gente, a un número creciente de mujeres y también de hombres. Es un problema importante en cuanto está en la boca y en el pensamiento de muchos individuos. En la medida que también hay muchos ciudadanos que vinculan, que imputan una de las causas de la desigualdad al lenguaje pues es un motivo de preocupación.

-¿Y qué puede hacer la Academia con respecto a esto?

-Nosotros creemos que el carácter más masculino de la lengua probablemente tiene que ver con la dominación durante siglos del varón pero la lengua se ha formado a lo largo de mucho tiempo, es un patrimonio común de los ciudadanos y es difícil modificar esto si no es por una costumbre que se genere al contrario. En definitiva, la Academia no determina y establece imperativamente cómo se tiene que hablar, la lengua pertenece al pueblo y es el pueblo quien va cambiando los usos, incorporando vocablos, cambiando giros, haciendo otras construcciones y la Academia lo que va es constatando. Cuando esto ocurre, en la medida en que afecta a su normativa tradicional y cuando constata que ha habido cambios, los incorpora.

-Juan José Millás dejó entrever entre líneas hace poco que la RAE es machista porque no quiere publicar el informe del que hablábamos. ¿Lo es?

-No sé de dónde puede deducirse que la Academia sea machista, yo no lo soy y soy el director. Y no conozco dentro de la Academia nadie que tenga ese carácter, esa ideología porque ahora es una ideología. Es una acusación sin fundamento. Sí sabía que había dicho que no hemos querido sacar el informe porque somos soberbios, lo de soberbios algunos de los que estamos allí es probable, en un colectivo de cuarenta y tantas personas no encontrar a un soberbio será difícil, pero machistas no conozco a ninguno. No podemos cambiar el lenguaje nosotros como decía antes porque nos lo pida un colectivo porque, además, el lenguaje tal y como está formado es patrimonio de los hispanohablantes y no de la Academia que lo pueda modificar a su antojo pero lo haremos con mucho gusto cuando podamos constatar que algunas de las solicitudes que apoyan un cambio de lenguaje han triunfado.

-¿Y por qué no han sacado todavía el informe?

-Lo de que no hemos sacado el informe porque somos soberbios también es una tontería. No sé en qué se puede fundar eso, estamos trabajando en él. La verdad es que nadie nos ha metido prisa, falta una deliberación en el pleno, la ponencia está terminada, es un proyecto muy enjundioso y muy bien hecho por algunos de nuestros mejores lingüistas. Tampoco hay una reforma constitucional que se vaya a producir de manera inminente que es para lo que nos lo pidió la señora vicepresidenta. No nos lo pidió pese a lo que se cree para reformar la Constitución en femenino sino simplemente para que cuando se pueda producir una reforma constitucional cómo retocar el lenguaje. Y lo tenemos a punto, cuando la vicepresidenta nos lo reclame se lo daremos después de una deliberación del pleno.

-¿Está la Academia desfasada? Es una crítica que se le hace a menudo, que los cambios llegan tarde.

-Que la Academia vaya por detrás es natural porque dada esa condición de notaria y registradora del lenguaje primero se tiene que producir la modificación lingüística y luego la Academia opina. Los procedimientos de actuación de la Academia son necesariamente lentos, como todos los procesos de instituciones que son colegiadas. Que vaya por detrás es la simple consecuencia de que no inventa el lenguaje, tiene que ir por detrás de los inventos, modificándolos y regulándolos, normativizándolos, por delante sería una locura. Sí, esa es una de las críticas tradicionales que recibimos junto a la de que los académicos somos señores mayores.

-¿Y qué opina sobre esa otra crítica?

-Es que la Academia premia con nombramientos a personas que han gastado su vida en el estudio propio de sus profesiones o de la lengua específicamente, es una dignidad de fin de carrera

-Un premio que hasta ahora tienen muy pocas mujeres...

-Eso se va solventado poco a poco. Es verdad que de 46 sillones solo 8 lo ocupan en la actualidad mujeres, se va creciendo poco a poco pero no es una operación que sea sencilla. Hay que esperar a que haya plazas vacantes para situar a más personas y algunas veces cuando se quedan vacantes hay personajes en masculino muy relevantes que se proponen también para las mismas plazas y es difícil en términos objetivos desplazarlos o vencerlos. Pero la Academia tiene una tendencia a mejorar el equilibrio entre mujeres y hombres y eso es un sentimiento comúnmente compartido por los académicos así que esa tendencia está viva y se irá notando.

-¿El lenguaje es político?

-El lenguaje fue durante muchos siglos neutral, no expresaba ideas políticas, sobre todo durante el tiempo en que los estados estuvieron gobernados por absolutistas o por dictadores. Desde que empezó el constitucionalismo el lenguaje tomó un sesgo político. En aquellos primeros tiempos de los inicios del constitucionalismo hasta había diccionarios que afeaban unos determinados partidos políticos de usar un lenguaje impropio o muy caracterizado de los que otros segmentos políticos se burlaban. Ahora en la actualidad esto sigue siendo así. Hay utilizaciones del lenguaje que quieren expresar posiciones políticas.

-Solventado a priori el problema económico, ¿cuál son los proyectos actuales de la RAE?

-Una Academia no se justifica si no está siempre haciendo un diccionario nuevo, revisando la ortografía y la gramática pero hemos hecho muchas cosas nuevas en relación sobre todo con América. Lo más principal que está haciendo la Academia en la actualidad es que está revisando su diccionario de 300 años de antigüedad para hacerlo de base digital, esto se hace en combinación con las Academias de la lengua americana. Estamos metidos igualmente en regular la lengua de la inteligencia artificial, que es el último de los proyectos que se han puesto en pie, que consiste en ponerse de acuerdo con todas las grandes tecnológicas para que cuando sus máquinas hablan español, hablen un español regulado de modo que como nuestros niños van a aprender a hablar con la nevera y la lavadora, que el lenguaje de estas máquinas sea homologado. Y, además, tenemos un Diccionario Panhispánico del Español Jurídico al que estamos añadiendo la totalidad de la legislación de todos los Estados hispánicos que es una obra que sostiene la cultura jurídica común.