El primer disco de Maria Arnal i Marcel Bagés, 45 cerebros y un corazón, fue el epítome del esplendor de la memoria; Clamor, su reciente segundo álbum, es un prontuario del fulgor de otra memoria: la del futuro. Viejas y nuevas canciones conforman el espectáculo actual de Arnal i Bagés (escribí en una ocasión que dicho así parece el nombre de una botiga), titulado como el nuevo disco, en el que el dúo transmuta en quinteto, y el hieratismo de los conciertos en pareja ha devenido en una apuesta de carácter teatral, simbólica, ritualista y musicalmente electrónica.

Ese Clamor es el que vimos y escuchamos el domingo en el cierre del festival Periferias, que fue aplaudido a rabiar por un público que celebró, además de la espléndida, matizada y dúctil voz de Maria, la construcción y reconstrucción de unas canciones hermosas y comprometidas, representadas como en la tragedia griega (en la que el coro cumplía un papel esencial), en un escenario sencillo de tres niveles, con una iluminación excelentemente diseñada para lograr un atractivo juego de luces y sombras. El coro, decía. La canción es ahora polifonía, y ahí están, complementando la voz de Maria, las dos componentes de Tarta Relena (Marta Torrella y Helena Ros), vestidas, como la Sibila-Arnal, con el blanco inmaculado de una inocencia que viene a ser metáfora de la búsqueda de un mundo más justo, habitable y solidario, y de una queja casi calderoniana (en Milagro, por ejemplo). Voces resonantes en el universo de programaciones, sintetizadores y guitarras de Marcel Bagés y David Soler.

Comenzó esta actuación singular con algunas de las canciones nuevas, y entró después, a partir de ese hermoso cant d'estil valenciano titulado Ball del velatori, en terrenos reformulados (A la vida, del gran Ovidi Montllor, Bienes, Canción total, Tan alta com va la lluna, Tú que vienes a rondarme…), cerrando gozosamente la velada con otras cuatro apuestas nuevas: la excelente Fiera de mi ("¿Quién quiere nacer humana? / ¡Qué sopor la humanidad! / Provocar el fin del mundo / ¿inventar la identidad?"), Meteorit ferit, Jaque y Ventura.

Propuestas como Clamor no se ven todos los días y no se nos escapa que si la pandemia lo permite puede tener un buen recorrido nacional e internacional (el 24 de junio recala en Zaragoza). En la presentación, Maria Arnal explicó sobre las canciones nuevas que eran fruto de un final y de un inicio; hijas de la duda, por lo tanto. Nos advertía tal vez de que íbamos a presenciar un modelo de concierto cuántico nacido del principio de incertidumbre formulado en 1925 por el físico Werner Heisenberg, que viene a decirnos que lo imprevisible hace que realidad sea menos determinista y nosotros entidades más libres.