CRÓNICA
Rulo y la contrabanda, el rock de los sentimientos
El artista cierra su gira en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza

Concierto de Rulo y la contrabanda en la sala Mozart / JAIME GALINDO

Cuenta Rulo con un público fiel que aunque buena parte bebe de su etapa ya muy lejana de La fuga hoy en día ya está rendido a su particular forma de entender la vida y el rock and roll. Como prueba la sala Mozart hoy domingo. De hecho, ha salido solo al escenario y se ha sentado al piano para empezar el concierto con toda una declaración de intenciones de cercanía con el espectador. Desde el piano abordó las dos primeras canciones del concierto, Mi cenicienta y Todavía. A partir de ahí, ya ha incorporado a la Contrabanda con la que ya ha iniciado la parte intensa del concierto en el que, a pesar de plantearse como acústico, ha dado poca tregua a los espectadores que no han llenado la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza pero que sí han respondido a la llamada de Rulo.
Ha llegado el tiempo de Como Venecia sin agua, Mal de altura y las celebradísimas Me gusta y Me quedo contigo. Para entonces, el público ya había cantado alguna canción de pie. Como a veces lo hice yo, Buscando el mar y Heridas del rock and roll planteada como un homenaje a los fallecidos Boni y Pau Donés han servido para caldear un ambiente que ha terminado de estallar cuando Rulo ha enfilado, según ha presentado, la primera canción que compuso y que dolía, Por verte sonreír, uno de los grandes éxitos de La fuga, coreado efusivamente por la sala.
Rulo y la Contrabanda estaban sonando a un altísimo nivel (la compenetración se da más que por supuesta ya que era el último concierto de la gira) pero como todo tiene un final ha sacado de su repertorio Como la luna, Verano del 95 y The end para amagar con acabar el concierto antes del «paripé» de los bises.
Y ahí es cuando más se ha crecido el de Reinosa que quiso regalar a la audiencia un final a la altura de un gran concierto. Noviembre al piano junto a Por encima del bien y del mal fueron los dos bises que regaló con él solo al piano para lugar desempolvar del repertorio de La fuga Balada del despertador (con él solo a la guitarra) y desatar los fuegos artificiales, ya con toda la banda de nuevo sobre el escenario, con P’aquí p’allá, La cabecita loca y 32 escaleras. Ha sido el punto final a un concierto que debía haberse celebrado en El bosque sonoro y que su traslado obligado ha permitido, al menos, que fuera algo tan significativo como el cierre de una gira «muy difícil», tal y como ha indicado el propio Rulo (que ha invitado al zaragozano Quique Mavilla a tocar varias canciones con ellos ya que forma parte de la banda al completo que lleva el cántabro). Como dice el celebrado tema, "los domingos me suelo jurar que cambiaré de vida" Veremos el próximo trabajo de Rulo.
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