La jacetana Ana Gállego ha coordinado con Sara Rubayo (La gata verde), colaboradora del programa de La 2 'El condensador de fluzo', el proyecto editorial 'Pintoras', que busca dar visibilidad a todas las mujeres artistas de la historia. El primer volumen se presentará el 25 de febrero en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Encontrar información de personas, en este caso de mujeres pintoras, de las que apenas hay rastro no debe ser tarea fácil. ¿Dónde han encontrado la documentación para su libro?     

La información la hemos ido rastreando en internet y en otros libros que ya había sobre mujeres pintoras, de las que se reseñaban 20 o 40 nombres. Buscas y unas te llevan a otras, pues en algunos casos encuentras que hablan de que tenía una hija también pintora, etc. Es un hilo del que vas tirando, pues si no el único modo sería ir de museo en museo y de país en país, y eso es más complicado. 

¿Cómo y cuándo surgió el proyecto ‘Pintoras’?

Sara Rubayo inició el proyecto hace cinco años y medio con la intención de dar visibilidad y reconocimiento a todas las artistas de las que hay constancia, la mayoría olvidadas o desconocidas en general. Yo seguía a Sara en las redes y cuando pidió colaboración para su proyecto la llamé y me sumé a él hace tres años.

¿Cuál es la primera artista documentada?

De la primera mujer que se tiene conocimiento es una artista griega, Aristareta, del año 550 a. C. En nuestro libro reseñamos ocho pintoras griegas hasta el siglo I, después ya pasamos a la Edad Media y este primer volumen llega hasta el siglo XVII. Es un proyecto vivo. La idea era llegar hasta 1930, pero nos salían 4.600 nombres, por lo que posiblemente cubriremos solo hasta el siglo XIX .

¿Estas artistas pioneras que configuran el primer tomo tienen algún rasgo en común que las caracterice?

Sobre todo en cuanto a los condicionantes sociales, ya que las mujeres tenían que dedicarse a tener hijos y a las labores domésticas, por lo que era difícil que pudieran dedicarse a pintar, así que en este primer periodo encontramos sobre todo monjas que iluminaban códices; hijas de pintores, que ya de pequeñas han tenido relación con los talleres de sus padres o hijas de familias adineradas que podían permitirse dedicarse a pintar. También hay excepciones de creadoras que lo hicieron por su pasión por la pintura. En general eran mujeres que se saltaban las convenciones de su época, incluso hubo quienes, por ello, mantuvieron su dedicación en secreto.

¿A pesar de saber de su existencia, por qué no se les ha tenido en consideración ni se ha divulgado más su obra?

La mayoría no han trascendido por un conjunto de circunstancias, por ejemplo entonces las obras no se firmaban o solo con iniciales; otras veces al ser hijas de pintores, sus obras fueron atribuidas al taller familiar; etc. Muchas de ellas tuvieron mucho éxito en su época, pero el bestial patriarcado del siglo XIX acabó dejándolas de lado, ignorando su existencia.

En los últimos tiempos ha habido proyectos de instituciones como El Prado que han dedicado exposiciones a recuperar a estas mujeres pintoras. ¿Significa que hemos avanzado algo en la valoración de estas creadoras?

Quiero pensar que sí, pero siempre se da un paso adelante y medio atrás. En la exposición de Sofonisba Anguissola, por ejemplo, se expuso un cuadro de su hermana Lucía, pero luego ese cuadro volvió al almacén. Es verdad que se trata de hacer algo para reconocer el trabajo de las pintoras, pero se podría hace mucho más.