El Periódico de Aragón

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Guardando las distancias: Una ‘revolución’ más que necesaria

Retina reivindica la vital importancia de la música en la producción audiovisual

Casi reptil, en la última sesión del festival Retina de este año. PEDRO ANGUILA

Cuando el domingo pasado finalizó la proyección de la película 'Her' en el Teatro del Mercado de Zaragoza, los aplausos inundaron la sala y fue entonces cuando mi cuerpo fue consciente de que todo el acompañamiento musical lo había realizado en directo con un factura brillante y rotunda la banda zaragozana Casi reptil. Entiéndame, no digo que me sentara y no fuera consciente de en qué consistía la propuesta del festival Retina (ya saben, combinar proyecciones con música en directo) sino que fue tal la simbiosis entre la imagen y lo que sonaba que parecía como si estuviera escuchando la banda sonora original. Sin ninguna duda, brillante el trabajo de Casi reptil en la sesión que puso el broche de oro a la quinta edición de la cita.

Retina es un festival que llama la atención de todo el que se acerca a conocer en qué consiste su propuesta. Aunque, para ser sinceros, la realidad es que por mucho que nos quiera sonar a rompedor este concepto de festival, interpretar música en directo mientras se proyecta una película ya se hacía muy antiguamente, por ejemplo, en el cine mudo. Entonces, nadie se planteaba otra opción para que el sonido no solo acompañara a las imágenes sino que las completara.

La música y el cine, en paralelo

Y es que este redescubrimiento al que estamos asistiendo gracias a la idea de Born! Music nos permite no solo disfrutar de música en directo mientras vemos una película sino que permite en muchas otras ocasiones reinterpretar la película de una manera distinta a la que nos había llegado en un inicio. O lo que es lo mismo, la misma concepción de Retina (y es ahí donde, en mi opinión, radica su rotundo y merecido éxito) reivindica la importancia de la música en la producción audiovisual y viene a dar una especie de puñetazo en la mesa (quizá no es el símil más acertado pero así seguro que se me entiende con nitidez) y llamar la atención sobre el hecho de que, probablemente, sin las bandas sonoras, las películas no serían tan abrumadoramente impactantes como lo son. No conviene olvidar que una de las aspiraciones del cine es llegar a lo más hondo de las pulsiones del ser humano y no creo que haya nadie a día de hoy que dude que ese es también uno de los motores que mueve a las creación musical. La relación, por lo tanto, es más que evidente. Lo raro es que hayamos pasado por una travesía en la que hemos querido disociar las dos artes.

Así las cosas, en esta ciudad en la que muchas veces tratan de imponerse las voces del ‘es que aquí nunca hay nada’ desde Born! han vuelto a demostrar que el mundo cultural es tan amplio que la grandeza del mismo está en los vericuetos y en la inquietud de buscar siempre desde los márgenes para llegar a un público ávido de disfrutar. Y eso, al fin y al cabo, es lo que debería ser la cultura en el siglo XXI. En una carretera paralela transcurre el espectáculo, nada que objetar contra el mismo, que quede claro.

Complicidad con el público

Lo dicho, Retina, que por otro lado no para de crecer edición tras edición, acaba de celebrar su quinto año en un momento, además, en el que se ha expandido por varias ciudades del territorio español, y, en beneficio de todos, esperemos que siga encontrando esa complicidad que necesita para sobrevivir entre el público y, cómo no, entre algunas instituciones que empujan para que esto no se hunda. Lo demás, dejémoslo en manos de Eduardo Pérez y su equipo. No hay nada que temer. 

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