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El Milagro de Calanda

El 27 de mayo se cumplieron 381 años desde que el arzobispo de Zaragoza Pedro Apaolaza declarara como milagro, en 1641, la restitución de la pierna de Miguel Pellicer

Representación del Milagro de Calanda, por Sor Isabel Guerra.

Dentro del imaginario colectivo y de la propia fe cristiana, el famoso Milagro de Calanda supuso un antes y un después en la devoción que se tenía hacia la figura de la Virgen del Pilar tanto en Zaragoza, en Aragón y en el resto de los reinos hispánicos. Corría el año 1640, y según los testimonios de la época el calandino Miguel Pellicer, quien había perdido una pierna en un accidente unos años antes, retornó a su localidad natal a casa de sus padres. Desde que le habían amputado la pierna Miguel se había dedicado a vivir de pedir limosna en Zaragoza, pero en el mes de marzo de ese año regresa a su localidad pero se encuentra con que su antigua habitación estaba siendo ocupada por un soldado que estaba de paso.

Recordemos que en aquellos años la Monarquía Hispánica de los Habsburgo se estaba batiendo el cobre con media Europa durante la Guerra de los Treinta Años y también contra Francia, teniendo múltiples frentes abiertos. Además, se estaba a pocas semanas de que se iniciara la Rebelión de Cataluña, una situación que todavía empeoraría más cuando a finales de año Portugal hizo lo mismo.

Mientras, la gente del común tenía la obligación de alojar y mantener de su propio bolsillo a los soldados que se iban moviendo de frente a frente, y este fue el caso de los Pellicer, por lo que cuando Miguel llegó a la casa de sus padres tuvieron que alojarle en otra habitación que no era la suya. Pero llegada la noche y con Miguel ya durmiendo, surgió en su improvisado dormitorio una fragancia que llamó la atención, y al entrar en la alcoba todos se maravillaron al ver que la pierna perdida había sido restituida. Miguel aseguró haber soñado con la Virgen del Pilar, y al ir contando la historia, esta se extendió como un reguero de pólvora hasta que llegó a las más altas autoridades eclesiásticas. Era un momento de crisis en el que la larga guerra estaba cambiando sus tornas y poniéndose en contra de los intereses del gran Imperio de los Austrias, mientras que los muchos años de conflictos habían empobrecido muchísimo a la población.

El fervor pilarista que despertó el milagro contribuyó a levantar la actual basílica. JAIME GALINDO

El mensaje de la aparición de la Virgen del Pilar era muy potente en una época de crisis como aquella, por lo que enseguida comenzó la investigación sobre lo sucedido y, un año después, el arzobispo Apaolaza proclamó que lo ocurrido era un verdadero milagro. Las celebraciones no se hicieron esperar, y la fe hacia Santa María la Mayor, que era como se la había conocido hasta entonces, empezó a aumentar exponencialmente, dejando de lado la antigua veneración por parte de los zaragozanos a Santa Engracia.

Pronto la Virgen del Pilar fue también proclamada patrona de Zaragoza, aumentaron las peregrinaciones, llegó la conversión del templo en catedral y el derribo del antiguo edificio mudéjar para comenzar las obras del actual templo. Miguel Pellicer fue llevado ante el mismísimo rey Felipe III de Aragón (Felipe IV en Castilla), quien besó la pierna restituida, y todo era éxtasis religioso en un momento de gravísima crisis provocada por la guerra y los conflictos sociales derivados.

Todo esto nos lleva a que curiosamente el siglo XVII es la época en la que más apariciones marianas y de santos hay documentadas en la península ibérica. La cifra sobrepasa de largo a cualquier otro momento de la historia. ¿A qué se pudo deber?

Pellicer fue llevado ante Felipe IV (aquí retratado por Velázquez), que le besó la pierna restituida. MICHAEL BODYCOMB

Una de las explicaciones más plausibles deriva del cambio del clima que vivió Europa durante ese siglo, siendo la temperatura media algo menor de lo normal. Esto provocó que las cosechas descendieran y que en regiones más altas el cultivo de cereales como el trigo arraigara mucho menos por ese enfriamiento generalizado. Hay que recordar que hasta hace casi cuatro días el pan era el alimento básico de la mayoría de la población, y si faltaba trigo había un grave problema.

Una de las soluciones era cultivar más centeno, un cereal más resistente al frío y con el que también se podía elaborar pan. Pero el centeno es más proclive a que aparezcan hongos como el cornezuelo, que curiosamente es alucinógeno. En un siglo de guerras de religión en el que la fe estaba a flor de piel y era además mucho más exaltado al vivir una época de crisis, todo esto provocó que mucha gente se alimentara con este pan de centeno, a veces con trazas de cornezuelo, y que aumentaran las apariciones religiosas. Y es que era eso lo que la gente tenía en la cabeza. Si ocurriera en la actualidad quizás la gente alucinaría con la llegada de ovnis, la bajada del precio de la gasolina y de la luz o con el ascenso del Real Zaragoza.

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