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Detalle del sarcófago de doña Sancha en Jaca.

ENTENDER+ CON LA HISTORIA

Doña Sancha de Aragón

Hermana del rey Sancho Ramírez, fue una figura clave en la construcción de Aragón como reino

Sí. El mundo lo han gobernado por lo general los hombres y también han escrito en la gran mayoría de las ocasiones la Historia. También es cierto en el caso del reino de Aragón que los fueros no permitían gobernar, aunque sí ostentar la dignidad regia, a las mujeres, como por ejemplo fue el caso de Petronila. Pero eso no significa, ni mucho menos, que en ciertos momentos no hubiera mujeres que sí que ejercieron una enorme influencia en su época, y ese es el caso de doña Sancha de Aragón. Una figura quizás no demasiado conocida, pero que fue clave a la hora de construir un reino poderoso y capacitado para emprender las grandes conquistas territoriales que se realizarían durante el reinado de su hermano y sobre todo con sus sobrinos, Pedro I y Alfonso I. ¿Pero por qué fue tan importante?

Sancha fue una de las hijas de Ramiro I, rey de Aragón (aunque él nunca se tituló como tal), entre los años 1035 y 1063. Se le considera como el primer rey de un Aragón independiente ya del poder del vecino reino de Pamplona, siendo quien comenzó a construir los cimientos sobre los que se sustentaría el creciente poder del joven reino. En ese año de 1063, el rey Ramiro murió intentando conquistar la ciudad de Graus a los musulmanes de la Taifa de Zaragoza gobernada por el gran al-Muqtádir, el artífice, entre otras cosas, del majestuoso palacio de la Aljafería. Fue así como le sucedió en el trono su hijo Sancho Ramírez, quien gobernó Aragón entre ese año y su muerte en el 1094. Y sin duda, tal y como me gusta decir, a este monarca se le puede atribuir con toda justicia el ser el verdadero fundador del reino, dadas las grandes reformas que hizo en todos los sentidos y las alianzas que fue tejiendo, especialmente con la sede papal en Roma.

Pero buena parte de los logros de su reinado no habrían sido posibles sin su hermana Sancha. Esta nació en torno al año 1045 y se la nombra habitualmente como la «condesa doña Sancha de Aragón». En un primer momento formó parte de la política de alianzas desarrollada por su hermano Sancho Ramírez, quien acababa de ocupar el trono en el año 1063 y que ya estaba preparando un plan para comenzar con fuerza su reinado y hacer toda una declaración de intenciones.

Monasterio de Santa Cruz de la Serós, que llegó a administrar Doña Sancha.

Ese plan consistía en conseguir el apoyo deRoma, quien le otorgó una bula de cruzada, y conquistar la importante ciudad de Barbastro. Pero el nuevo monarca aragonés sabía que sería necesaria muchísima ayuda para lograrlo, y por ello casó a su hermana Sancha con el conde Ermengol III de Urgel para que este participara en la campaña militar con sus huestes. Gracias a las alianzas tejidas, la cruzada triunfó y Barbastro fue conquistada en el año 1064, aunque por muy poco tiempo. El rey al-Muqtádir reaccionó rápido, proclamó la yihad en toda al-Andalus y la recuperó al año siguiente, muriendo en la defensa el propio Ermengol que había quedado como tenente de la ciudad.

Doña Sancha quedaba así viuda tras su corto matrimonio del cual no nacieron hijos, y ya a partir de entonces nunca se volvió a casar e ingresó en el monasterio femenino de Santa Cruz de la Serós, justo al pie del camino que sube hacia el otro gran monasterio de la Jacetania y primer panteón real: San Juan de la Peña. Ambos cenobios fueron clave en esas décadas siendo patrocinados fuertemente por la monarquía aragonesa. Esto hizo que muchas familias de la nobleza donaran importantes rentas y tierras, lo que convirtió a estos dos lugares en parte de la maquinaria de financiación para las futuras campañas militares de conquista.

Doña Sancha fue tutora de su sobrino Alfonso I de Aragón.

La propia doña Sancha dirigió y administró Santa Cruz de la Serós así como sus importantes bienes, por lo que con el paso del tiempo se fue haciendo cada vez más importante para su hermano el rey Sancho. Este le fue dando cada vez más responsabilidades, llegando a ser tenente de San Úrbez y Atarés, tutora de sus dos sobrinos, los futuros Pedro I y Alfonso I el Batallador, y quizás su consejera más fiable e influyente en el reino de Aragón.

Pero lo realmente extraordinario es que el poder de Sancha fue tal que incluso dirigió también el monasterio masculino de San Pedro de Siresa, y que incluso durante un año también llegara a actuar, en la práctica, como obispa de la diócesis de Pamplona, algo inaudito dada su condición de mujer, pero que nos lo corrobora un diploma del año 1082 que confirma que dicha sede episcopal, una de las más importantes de la cristiandad peninsular en ese momento, fue administrada por ella. Tras la muerte de su hermano, también llegó a aconsejar a su sobrino Pedro I y llegó a vivir la conquista de Huesca del año 1096 que confirmaba al reino aragonés como una nueva potencia a tener en cuenta. Doña Sancha falleció en ese año 1096, y su maravilloso sarcófago puede verse hoy en día en Real Monasterio de las Benedictinas de Jaca, la primera capital del reino de Aragón.

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