Que a nadie le engañe el resultado. Es mentiroso y disfraza la realidad. Para el que se quede contento con la nada, que es lo que fue la comedia de ayer, el CAI ganó su cuarto partido de Liga. Eso es cierto. Tanto como que fue un triunfo bochornoso en el fondo y en la forma, un insulto al deporte y a los deportistas, por la descarada ayuda arbitral que el equipo de Julbe recibió siempre que pidió socorro. Ni siquiera el amargo sabor de la victoria pudo esconder dos evidencias: que el CAI juega a no jugar, y que Alfred Julbe está desorientado y su figura empieza a levantar sospechas en la grada. La afición más amable de España entendió el contenido de la insoportable función a la que asistió resignada y, claro, pitó al equipo por primera vez en la temporada.

Xavi Pascual, técnico del Aracena, debió pensar que aquello era una broma de cámara oculta. Su equipo, el de una localidad leridana de sólo 2.300 habitantes, puso contra las cuerdas a uno de los gigantes de la LEB en su propia mansión. No es casualidad. El CAI Zaragoza, que ha dado un paso atrás y otro adelante desde que empezó la Liga, retrocedió en la noche de los horrores hasta su versión más mediocre. Y lo hizo contra un conjunto humilde y limitadísimo, que era penúltimo y no había ganado fuera.

Menos mal que los colegiados, que otras veces han perjudicado al CAI, sentían ayer un amor desaforado por Zaragoza, sus calles y sus gentes. Por una sucesión de técnicas al Aracena, de faltas en ataque, de pasos, de dobles y de lo que fuera necesario, Ciorciari pudo forzar la prórroga con un triple milagroso (83-83). Y, luego, con el enemigo contando las bajas caídas en combate, el CAI venció por la ley de la gravedad y porque al Aracena de Ponts sólo le quedaba el de las toallas.

MAL INICIO El equipo entró en el partido roncando, con el pijama puesto y tapado hasta el cuello. Cuando se despertó, el peor ataque de la Liga ya parecía el mejor (43-55, al descanso). Los dos primeros cuartos fueron un elogio perfecto del despropósito defensivo, de la somnolencia y del desbarajuste en ataque. Nada de lo que debía ser, fue. Julbe prometió un equipo poderoso en defensa y ha construido un muro de papel. Julbe se imaginó un equipo con criterio ofensivo, locuaz y dinámico, y tiene la anarquía, el desgobierno y el aturullamiento. Julbe pensó en un equipo ganador y, hasta ahora, no ha sido capaz de dar con él.

Tras un mes y medio de tregua, en los que sólo ha habido tres buenos partidos en casa, la grada empezó a pedir responsabilidades. Sus primeras víctimas fueron, conjuntamente, el entrenador y Murcia, que tuvieron que oír gritos en favor de Mesa cuando Fran saltó a la pista. Con este Murcia, miedoso y encogido, el club tiene un problema gigantesco y de cara resolución. Goethals, que es como el malo de los Goonies , hizo el partido de su vida y retrató su alarmante baja forma.

Con Lescano en trance, Rodrigo relevado por Rubio por su gripe o porque Julbe quiere otro base, los puntos de Otis, Ferrer y Ciorcari sirvieron para lograr un triunfo que vale como todos, pero preocupante.