La longitud de banquillo tiene un peso específico vital en un campeonato de 38 jornadas, porque desde esa segunda fila se deciden muchos partidos. Una plantilla como la zaragocista, con 25 jugadores, debe contar con los relevos de garantías para cambiar el rumbo de un choque o para terminar de matar a un rival herido, como el Celta en la segunda parte el pasado sábado, pero en este Zaragoza, en las once jornadas disputadas, el grupo de suplentes no sólo no está siendo decisivo sino que tampoco está aportando lo mínimo exigible.

A Flores, acostumbrado a que La Romareda le silbe los cambios en el momento de hacerlos, se le está creando un problema por la nítida división que ha hecho en la plantilla. En el vagón principal de la misma andan los doce jugadores que más minutos han tenido --por orden: Villa, Alvaro, Ponzio, Soriano, Milito, Láinez, Rebosio, Galletti, Savio, Toledo, Corona y Cani--. La baja forma del Niño, que arrancó la Liga de titular, las molestias de Savio y la mayor confianza de Flores en Corona en los últimos choques han propiciado ese intercambio de papeles para que sean doce los futbolistas con más tiempo.

Abismal diferencia

Después de ellos, casi el vacío. Pirri, con tres partidos de titular --dos para suplir a Toledo y otro el esperpento de Málaga-- y 270 minutos es el futbolista número trece, encabezando un grupo, con Iñaki, Drulic, Cuartero, Ferrón, Generelo, Valbuena y Espadas, con una aportación pequeña en tiempo y escasa en efectividad. Pero por lo menos gozan de la confianza del entrenador, algo que no tienen en estos momentos Jesús, Paco, Yordi, Vellisca y, por supuesto, Juanele, habituales descartes e integrantes de un tercer y desahuciado vagón.

Y puede que esa división no sea beneficiosa para el equipo, pero no es menos cierto que los no habituales tampoco han dado razones al técnico para pensar de otro modo cuando han tenido minutos. No ha habido una actuación destacada de ninguno de los recambios que ha dispuesto Flores en los once partidos, sólo se ha marcado un gol --de Drulic e intrascendente en Málaga--, mientras que el Zaragoza ya ha vivido en sus carnes cómo Pandiani (Deportivo), Capi (Betis) o De Paula (Real Sociedad) decidieron o cambiaron el perfil de sus respectivos equipos para darles los tres puntos.

Pero hay más. El técnico ha variado la fisonomía de su once en tres ocasiones. En Mallorca, por las bajas de Rebosio y Toledo, sustituidos por Cuartero y David Pirri, el Zaragoza cayó por 2-0; Jesús fue titular en Anoeta y la cita, con experimento táctico, acabó en goleada (3-0), mientras que en Málaga el sistema de tres centrales con Pirri e Iñaki de carrileros sólo duró 45 minutos y también hubo derrota (2-1).

Sólo en dos de los once partidos disputados los jugadores salidos desde el banco han introducido una mejora en el nivel. Ante el Valladolid Ferrón, Iñaki y Espadas dieron aún más entrega en un equipo que buscaba mantener el 1-0 en inferioridad numérica, algo que se logró, y, en Málaga, Galletti, suplente circunstancial aquel día, y en menor medida Drulic dieron más consistencia a un bloque que mejoró en la segunda parte con la vuelta al dibujo habitual. Demasiado poco bagaje, que deja en evidencia que la mejoría de este Zaragoza también pasa por una mayor aportación desde el banquillo. Si ésta no llega, el problema se irá agigantando con el paso de los partidos.