Nunca lo había ganado. Era su objetivo y lo confesó hace apenas una semana cuando estaba disputando el Nacional por equipos. "Me encantaría acabar el año ganando el Masters. Es un torneo que nunca nos ha salido bien", comentó.

Una semana después, ese deseo se ha hecho realidad en el Staples Center de Los Angeles. Virginia Ruano Pascual pudo levantar feliz, con esa sonrisa que nunca le abandona, la copa de cristal que le acreditaba junto a su compañera, la argentina Paola Suárez, como maestra de maestras, al vencer en la final de dobles a la japonesa Ai Sugiyama y la belga Kim Clijsters, que una hora antes había revalidado el título individual ante la francesa Amelie Mauresmo (6-2, 6-0).

"Esto es algo increíble. No podíamos terminar el año mejor", decía ayer feliz Ruano después de un éxito que le supondrá un premio de 250.000 dólares, a repartir con Suárez y, lo más importante, acabar el año como número 1 del mundo en dobles. Si Ferrero no lo logra en Houston, ella tendrá el honor de ser la primera tenista española que acaba en esa posición al final de año.

Este triunfo es el mejor broche de oro a la trayectoria de una tenista que ha vivido a la sombra de Arantxa Sánchez y Conchita Martínez. "Ser número 1 del mundo de cualquier cosa no es fácil. Este éxito es el premio al trabajo de muchos años", recuerda Ruano. Nadie le ha regalado el reconocimiento que merece esta tenista que decidió apostar en serio por el doble "desde hace tres años". En 1998 ya tenía como pareja a Suárez y, desde entonces, ha ganado 23 títulos y disputado 14 finales. "Nos apuntamos juntas porque no teníamos pareja. Al principio no nos fue demasiado bien, pero seguimos juntas porque nos lo pasábamos en grande", explica.

Su constancia ha tenido premio. Ruano y Suárez se han convertido en un doble temible en el circuito. "Nos compenetramos porque somos distintas de carácter. Paola impone su nervio y pega duro. Yo soy más fuerte de cabeza y coloco más la bola", valora. La fusión no ha podido ser más efectiva.