El CAI Zaragoza firmó una decepción más y su sexta derrota en diez partido en su visita a Huelva. Siguiendo el mismo guión de todos sus desplazamientos esta temporada, el equipo de Julbe perdió un partido y con él otra oportunidad para engancharse a la Liga que por nombre y presupuesto le corresponde; la del ascenso. Pero por su juego y su incapacidad lejos del Príncipe Felipe está encadenado a una existencia menos lujosa. Descontrolado en la dirección, nulo en el tiro (3/13 de tres), blando en defensa, benévolo en el rebote y mostrando una incontinencia alarmante para enmendar sus errores, el CAI se estrelló contra el penúltimo, un rival que llegaba a la cita con cuatro derrotas consecutivas.

Con Isaac López y poco más, el Ciudad de Huelva le asestó otro pullazo a un CAI que no reacciona y sigue atrapado en las mismas carencias que repite jornada tras jornada como forastero. Pasa el tiempo y Julbe no encuentra soluciones, no hace avanzar a este equipo, que se diluye incomprensiblemente ante enemigos de entidad inferior y no sabe imponer su teórica autoridad sobre la pista. Pasó en Torrelavega, en Menorca y ayer se repitió este triste historia contra los onubenses, un conjunto plagado de jóvenes jugadores que no desaprovecharon los regalos del CAI para ganar.

OTIS, SUPREMO El CAI sólo se enganchó al partido en el primer cuarto (21-20). Y por culpa de un Otis Hill supremo (12 puntos en este periodo). Pero él jugaba contra el mundo. El resto de sus compañeros estaban desacertados, pero tampoco Julbe planteaba un sistema ofensivo para ayudar al coloso americano.

El segundo cuarto fue una invitación a la locura. El CAI echó por la borda lo que Otis había compuesto en los primeros diez minutos. El americano se llevó la brújula al banquillo y el equipo quedó a la deriva en el ataque. Los onubenses lo aprovecharon, afinaron el tiro, López se empezó a gustar y, si eso era poco, Cipruss y Terrell se paseaban bajo los aros con su absoluto dominio del rebote --su telón de Aquiles hasta ayer--. La desaparición visitante posibilitó que el Huelva se escapara sin oposición (47-28, min. 18).

Contracorriente, el CAI perdió los nervios y nunca los encontró. Le faltó la serenidad para trabajar una remontada, aunque, y más por demérito del Huelva que por sus aciertos, estuvo a punto de lograrla. Con Doblado como última carta, más la rabia de Mesa y el estado de gracia de Otis --aunque luego emborronó su actuación con una técnica infantil con el Huelva a tiro (71-66. min. 35)--, los aragoneses se colocaron a cuatro en varias ocasiones. Pero se mostraron inútiles para rematar y doblaron la rodilla. Una vez más. Y ya van demasiadas.